SOTTO VOCE / Un perico en el congal

AutorLázaro Azar

Lo reconozco con una sonrisa al evocarlo: el sábado pasado tuve un día maravilloso. Estaba a punto de salir al Auditorio Nacional cuando recibí el más reciente libro de Silvia Molina, un entretenidísimo Álbum de la Patria en el que Campeche, nuestro terruño, es figura central. Digamos que es su respuesta al cuadernillo aquel que no a todos nos llegó el año pasado con motivo de los aniversarios patrios, y que -dicen quienes lo vieron- daba bastante penita.

Éste, en cambio, es un deleite de principio a fin. "Es el libro que me habría gustado recibir de niña", me dijo Silvia cuando le agradecí que me lo hiciera llegar precisamente el Día del Niño, pues me llenó de recuerdos y refrendó mi nostalgia por ese México que otrora vislumbráramos con una grandeza que hoy, se ve empañada.

Qué tanto me habré engolosinado viéndolo que por poco y me pierdo la transmisión de Il Trovatore desde el Met. Menos mal que llegué rayando ya que pocas veces me ha entusiasmado tanto una función, y a diferencia de aquellos cuyo deleite parece estar condicionado a que quienes cantan tengan varias décadas de muertos, si algo gocé, fue a Hvorostovsky en este inverosímil dramón telenovelero y mi dicha se extendió a la noche, cuando asistí a uno de esos raros conciertos en los que se funden el deleite de escuchar buena música con la certeza de que ésta está siendo recreada con desbordante vitalidad y al más alto nivel profesional.

En sí, la ocasión era extraordinaria. Para conmemorar sus 40 años, la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) presentó en el Vicencio's Convention Hall una memorable Gala Brahms conformada con dos obras monumentales: para empezar, el Concierto n. 2, en Si bemol, Op. 83 cuya solista fue Irina Chistiakova, ganadora del Primer Concurso Internacional de Piano Manuel M. Ponce convocado por la OSEM y, aún cuando técnicamente no le presenta mayor problema, en términos del sonido noble y robusto que precisa, habrá que esperar que esta delicada princesita gane unos 15 kilos para tener con qué afrontar, con justicia y madurez, esta obra que por ahora le quedó grande.

Cuán gratificante me resultó ver después, durante la Sinfonía n. 1, en Do menor, Op. 68, la cara de asombro de cuantos no suelen...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR