SOTTO VOCE / Vaya (in) diferencia

AutorLázaro Azar

Bien dicen que "del mal que huyes, de ese vas a morir", lo que nunca me imaginé, es que sería de gusto. Yo, que desde cuando le huía a la Novena de Beethoven y por ser más fácil que la tabla del uno y dar el sí sin saber ni a qué, me voy enterando que el programa que me llevó a la ciudad de Torreón para atestiguar el décimo séptimo aniversario de la Camerata de Coahuila constaba, únicamente, de ésta obra con la cual coronaban el Festival Beethoven que incluyó sus nueve sinfonías y cinco conciertos para piano.

Ante mi hartazgo, el privilegio de estar en un lugar donde nunca antes se hubiera tocado la Novena y ese lugar, fue Coahuila, entidad tan castigada por la violencia que, en mi trayecto del hotel al Teatro Nazas llegué a pensar que no habría público pues no se veía gente por las calles.

Cuál no sería mi sorpresa al encontrarlo colmado de un público que ya quisieran muchas orquestas capitalinas: ansioso, entusiasta... y melómano. Cuánto cambió mi percepción de las cosas con cuanto escuché.

Por un lado, tenemos una orquesta pequeña (su plantilla no llega a los 50 atrilistas), pero crecida no tanto por la participación de músicos extras y de los coros del Estado de Jalisco, de la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila y del Canticorum de Saltillo, sino por la solvencia adquirida gracias a la disciplina que les ha inculcado su director artístico, Ramón Shade, quien -a diferencia de tanto batutero de huesos que lo primero que se lanzan a masacrar son, precisamente, Novenas y Carminas Buranas- esperó sabia y pacientemente por más de tres lustros a que su instrumento tuviera la debida madurez antes de abordar esta obra cumbre del repertorio sinfónico.

Por otro, la emoción de esa noche me conmovió profundamente: espontáneos e incontenibles entre cada movimiento, los aplausos confirmaban la grandeza de la obra ante este público, sensible ante la magnitud de su descubrimiento.

Cómo olvidar el azorado murmullo que soltaron al reconocer, en la cúspide de esta montaña dignamente conquistada, a ese viejo conocido que es el "himno a la alegría"...

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