SOTTO VOCE / ¿Campeche?

AutorLázaro Azar

Motivado por la fiesta con que mi entrañable amigo Martín Serrano celebró sus tres quinces el viernes pasado, realicé una visita relámpago a mi ciudad natal que coincidió con la presentación local de la Noche de Campeche que atestigüé en la Explanada de la Alhóndiga el 9 de octubre pasado.

Si en Guanajuato parte del público abandonó la gradería ante el interminable duelo de rascabuches que sepultó el recuerdo dejado por las comparsas infantiles que pisaron hace 28 años dicho escenario, sabrán que aquí mis paisanos externaban su extrañeza ante un mosaico cuya falta de hilo conductor y adulteradas coreografías ennoblece el recuerdo por trabajos mejor logrados, como aquel inolvidable ¡Vámonos a Campeche!, que tantas ovaciones cosechara hace casi 40 años.

"Nuestros bailes no son tan contoneados... míralas, más que faldear parece que están trapeando" me confió la coreógrafa Esperanza Burad, exasperada igual que yo ante el previsible "¡hey!" con que remataban cada tres chancleteos de un tíki-titikin invariablemente acompasado; y eso que para su fortuna no padeció el insufrible vibrato e inestable afinación de Paola Manrique, cuya presencia en Guanajuato me resulta tan incomprensible -a menos que la índole de su talento no pueda ser aquilatable sobre un escenario- como el que no optaran por la asesoría de un Manolo Lanz Cárdenas o una Capullo Sosa.

Lo reconozco con vergüenza: nunca un Estado "Invitado de Honor" del Cervantino había tenido una presencia tan pobre. Tan gris. Tan desapercibida e inconsistente. ¿Cuántos millones dilapidarán en Campeche a nombre de la cultura..? y sin idea alguna.

¿Por qué presentar como "Museo móvil" un par de contenedores, nomás para exhibir videos y chafísimas reproducciones en plástico?, ¿por qué, si tanto exaltamos nuestra gastronomía, no editaron ni llevaron un solo recetario? ¿Por qué, en lugar de quejarse de que "no nos trataron bien" y de que sólo se cacareaba la presencia de Cataluña, no se invirtió en publicitar debidamente nuestra participación?

¿Nadie pensó cuán poco redituable es montar una muestra artesanal en una dirección a la cual ni los asistentes turísticos locales sabían llegar? De lo que ahí expusieron preciso señalar que no es lo mismo cantidad que calidad. Lo primero que uno veía era una indiscriminada producción discográfica en que a un lado de nuestro legado vernáculo, se expendía el penoso desempeño de una mecanógrafa del teclado cuya ineptitud es...

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