El split más épico

AutorMauricio Angel

Con su agilidad para lanzar patadas y saltar, Jean-Claude Van Damme podía defenderse de criminales con botellas rotas y hasta hacerle frente a dos hombres con el doble de músculos.

Además, tenía un arma secreta: su "split" para esquivar golpes y sorprender tanto a enemigos como al público en la gran pantalla, la cual conquistó en los años 80 y 90 como un indiscutible ídolo de acción.

Apodado "Los Músculos de Bruselas", el actor belga logró posicionarse como una estrella del celuloide gracias a secuencias de acción difíciles de imitar en Kickboxer o en Contacto Sangriento.

"Nadie tenía piernas como las mías, en términos de patadas y velocidad. Cuando eres bueno puedes poner la cámara en el suelo y filmar todas las escenas y seguir adelante", explicó el actor a Vanity Fair en 2017.

Comenzó a trabajar su físico desde joven, y no descuidó la flexibilidad, aunque atribuye a sus genes la gran condición física, que le permitió montar un gimnasio propio con el que triunfó a sus 20 años.

Fue su inocencia lo que lo llevó a Hollywood, pues en una convención en su país conoció a Kirk Douglas, su ídolo por Espartaco, quien le dio su tarjeta. Con sus ahorros se animó a ir a Estados Unidos.

De esta época, Van Damme recuerda que pidió tarjetas a todo mundo y sus primeros papeles ni siquiera tenían nombre, como extra en una escena de baile en Breakin' y un soldado en Missing in Action.

Todo cambió cuando llegó Contacto Sangriento (1988), que le permitió mostrar sus capacidades físicas, mismas que lo llevaron al estrellato en el género de acción.

Su patada de helicóptero y los splits fueron su sello y el mayor atractivo en sus películas.

El impulso lo llevó a filmar varios éxitos por año, que incluyen Cyborg (1989), Lionheart (1990), Doble Impacto (1991) y Soldado Universal (1992), donde compartió pantalla con otro ídolo: Dolph Lundgren.

RENACIMIENTO

Pese a su éxito en los 90 con filmes como Ganar o Morir, Timecop y Street Fighter, miles de críticos, fans, e incluso él mismo, no consideraban memorables sus actuaciones.

El crecimiento interpretativo llegó hasta que filmó In Hell (2003), con el cineasta Ringo Lam, quien le pidió para el personaje asumirse como una persona más amable y educada que en la vida real.

El histrión cumplió tanto la petición, que meses después de la película aún notaba que caminaba, gesticulaba y hasta se paraba distinto.

La intención del actor no es convertirse sólo en una postal del pasado, pues ha buscado reinventarse y hasta...

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