Entrevista / Néstor A. Braunstein / Dominar las subjetividades

AutorJesús Pacheco

Cuando le tocó atestiguar desde dentro el funcionamiento de la psiquiatría institucional en México, allá por mediados de los años 70, el psicoanalista Néstor A. Braunstein descubrió que la formación de los psiquiatras solía excluir la comprensión de la vida de los pacientes para favorecer los tratamientos llamados "organicistas".

"Pude ver a los pacientes impregnados con drogas, tratados con electrochoques; restos de personas que habían sido 'lobotomizadas' con clavos introducidos a través de los huesos de las órbitas oculares, ausencia de diálogo con los 'enfermos' y rechazo de toda crítica a esos métodos con el argumento de que era, ¡horror!, 'antipsiquiatría'".

Braunstein siempre tuvo reparo respecto a la "antipsiquiatría" de los 70, pero lo que veía le permitió comprender las razones verdaderamente médicas de quienes se oponían a ese modo de enfrentar el sufrimiento psíquico.

"¿Qué sabían esos 'médicos del alma'? ¡Nada! O sea, sabían nombrar y clasificar a esos 'enfermos' a los que no podían ni querían entender ni escuchar, sino simplemente 'tratar' con los recursos que 'la ciencia' ponía a su disposición en nombre de un saber que no tenían, pero que tenían confianza de que el porvenir les iba a aportar bajo la forma de una futura 'biología del cerebro' siempre por venir".

Aquella clasificación reduccionista servía de paso para estigmatizar a quien fuera blanco de alguna de aquellas etiquetas descritas por Braunstein como "nombres sabios para la ignorancia".

"Si usted le dice a alguien que es 'histérico', 'hipocondriaco', 'psicótico', 'psicópata', 'neurótico', 'narcisista', 'borderline' o cualquier otro término de las clasificaciones psiquiátricas, lo rebautiza, le da estatuto de anormal, sustituye su nombre propio por un nombre común o por un adjetivo que descalifica a la persona y atrae sobre ella una de dos formas del desprecio, o las dos a la vez: la compasión y/o el rechazo".

Braunstein observó un impulso a etiquetar y estigmatizar que terminó estimulando una extensa reflexión sobre el acto de encasillar anomalías que recién publicó: Clasificar en psiquiatría (Siglo XXI Editores), en el que incluso aparecen con tachaduras expresiones como "trastornos mentales" o "enfermedades mentales" para ironizar y desnudar su vacío conceptual: "Son categorías huecas".

¿En qué momento comienza a observar incongruencias en las clasificaciones psiquiátricas?

Desde que uno se acerca al "enfermo" internado o ambulatorio se le hace evidente que cada...

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