La subcultura del narco: La santísima veleidosa

AutorSergio González Rodríguez

A Gilberto García Mena le gustaba el misterio. Y mutilar a sus enemigos. El cabecilla del Cártel del Golfo, apodado El June, había hecho de Guardados de Abajo un paraje extraterritorial de Tamaulipas.

Una geografía de lujo y hambre, caseríos pobres, caminos vecinales y maleza silvestre. A principios de abril del 2001, la policía capturó al narcotraficante, que se escondía en un recinto subterráneo de su casa.

El tiempo que se mantuvo oculto del cerco de las autoridades, se encomendó a la Santa Muerte para rogarle protección, pero la Santa Muerte le falló. Aunque él nunca le fallaría a la Santa Muerte. Incluso le había construido un altar con veladoras y ofrendas en una choza del jardín de su casa.

Con Gilberto García Mena se repetía la historia del delincuente de alto nivel adepto a la Santa Muerte. En la frontera chica del estado tamaulipeco se ha vuelto un culto de moda.

En agosto de 1998, cayó preso el multimillonario secuestrador Daniel Arizmendi López, que gustaba de aterrorizar a sus víctimas con la mutilación de una oreja, que enviaba a los familiares para urgir el pago del rescate. Rogó a los agentes policiacos se apiadaran de él. Pidió un último favor antes de ir a la cárcel. Los agentes se lo concedieron.

Arizmendi López se aproximó al altar que tenía en un rincón de su guarida en Naucalpan de Juárez, tomó la escultura de la Santa Muerte, la envolvió con su chaqueta y se entregó a un nuevo destino: el reclusorio de alta seguridad de La Palma.

- Ni modo, fue un mal día- expresó.

Al parecer, la Santa Muerte le había fallado. Pero él -al igual que El June en su momento- no quiso fallarle a la Santa Muerte. Se dice que había hecho un pacto de silencio con ella: jamás delató a quienes le daban manto y apoyo dentro de las estructuras de poder en diversos estados de la República.

Existen claros indicios de que el culto a la Santa Muerte encubre una red secreta y compleja del crimen organizado en México. Una garantía de impunidad. Y esta red podría congregar a muy altos funcionarios policiacos y judiciales, comandantes, agentes...

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