Guadalupe Loaeza/ Ay, suegras... ¡¡¡suegritas!!!

AutorGuadalupe Loaeza

Para Jaqueline

Mañana, día de las madres, no podemos dejar de hablar de las suegras. De esas pobres mujeres incomprendidas cuyo prestigio, no ha dejado de estar por los suelos, desde hace más de una eternidad. ¿Por qué tendrán tan mala fama estas madres postizas que lo único que buscan es la felicidad de sus hijos? ¿Por qué prácticamente todos los yernos y nueras del mundo terminan por odiarlas con una intensidad inexplicable? ¿Por qué respecto a su persona existen refranes como: "Cuando mi suegra muera que la entierren boca abajo, por si se quiere salir, que se vaya más abajo"? O el siguiente ejemplo todavía más cruel: "En el mar se ha hundido un barco y en el barco iba mi suegra, por eso los calamares tienen la sangre tan negra". Asimismo hay quienes dicen que "Suegra, ni aún de azúcar es buena". No obstante en francés "suegra" se dice de una forma tan bonita como "belle-mere", allá también la detestan. En 1912, Jerome K. Jerome se atrevió a decir: "No hay felicidad más perfecta para cualquier hombre, que cuando se le presenta la nota de gastos mortuorios de su suegra". Victorien Sardou no se toca el corazón y asegura: "Si tiene usted que elegir entre vivir con su suegra o volarse los sesos, no vacile y vuélese los sesos".

¿Qué tendrán las suegras que resultan tan aterradoras y tan amenazantes? ¿Por qué no sucederá lo mismo en el caso de los suegros? ¿Porque son hombres y a ellos todo se les disculpa? ¿O por qué tienden a inmiscuirse mucho menos en los matrimonios de sus hijos? A partir del momento en que una se convierte en suegra, ¿se está condenada, irremediablemente, a transformarse en el monstruo de la Laguna Negra? Es cierto que hay honrosas excepciones. Por ejemplo, sabemos que Germán Dehesa adora a su "suéter azul", como llama a su suegra, a quien incluso en una ocasión le dedicó en su columna un poema de amor de Miguel Hernández. Por mi parte, puedo decir con toda satisfacción que mi ex suegra, la maravillosa Oma, como la llaman sus nietos, me inspira muchísimo cariño y la mayor de mis consideraciones. De ella he aprendido cosas valiosísimas, desde cómo lograr el "soufflé" de queso perfecto sin correr el riesgo de que se baje jamás; hasta el respeto por la libertad del otro. En otras palabras, podría afirmar que mi ex suegra es sagrada. Sin embargo, he tenido noticias de algunas que resultan ciertamente abrumadoras. También recuerdo las suegras históricas-histéricas como fueron la de Josefina de Bonaparte a la cual no nada más le...

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