Luis Téllez / In memoriam de Rudiger Dornbusch (a poco más de un año de su muerte)

AutorLuis Téllez

Mientras me acercaba a saludar al famoso profesor, traté de encontrar en mis pensamientos algo inteligente que decirle. Como supuse que él debía estar muy impresionado con las noticias mexicanas, le comenté lo que había sucedido. El se volteó mirándome seriamente y me dijo: "¿qué tiene de malo la nacionalización de la banca? El Presidente debería de haber nacionalizado no sólo los bancos sino toda la industria por su falta de competitividad".

Me quedé helado, sintiéndome realmente estúpido. No sabía qué decir. De hecho no me atreví a hablar con él hasta el siguiente semestre, cuando tomé su curso de macroeconomía. Sin duda yo no fui el único que fue confrontado por Dornbusch.

Con el tiempo se nos hizo costumbre hablar por teléfono para comentar los problemas del mundo. Me llamaba o lo llamaba. No importaba donde estuviéramos. Un día el tema fue la economía argentina. La crisis de ese país estaba en el punto más delicado, Además, yo tenía que hablar del tema a la mañana siguiente en una conferencia. Hacia el final de nuestra conversación telefónica, Rudi me comentó que estaba por publicar un pequeño artículo en el Financial Times. Me dijo: "Usa las ideas que necesites".

Las ideas de ese ensayo me sorprendieron y sorprendieron a los argentinos. El artículo provocó un escándalo. El comparaba a Argentina con la Austria inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando la Liga de las Naciones envío un equipo a manejar la política económica. En este caso, Rudi sostenía que el Banco Central Argentino debería de ser puesto bajo la administración de un grupo de expertos internacionales, porque a ningún servidor público argentino se le podía confiar ese trabajo. Por la reacción del gobierno, deduje que el Presidente Duhalde estaba tan estupefacto como yo en mi primer día en MIT.

Dornbusch jugó un importante papel en la política económica de México. Siempre estuvo cerca para dar un consejo, cuando se le pedía. Sus sugerencias fueron originales, fuera de la ortodoxia en muchas ocasiones y extrañamente sensatas. Fueron la base de importantes cambios en la política económica. Cuando no se le pedía una opinión, él de cualquier forma la daba. En estos casos, sus palabras en ocasiones no eran bienvenidas y, a veces, hasta provocaban temor.

En el clímax de la crisis que vivió el país en 1995, la política económica tradicional parecía no funcionar. A pesar de que ya habíamos implementado un paquete de austeridad fiscal y monetaria en coordinación...

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