Tendencias globales / Lecciones de Trump

AutorAntoni Gutiérrez-Rubí

El pensador Michael Ignatieff, autor del imprescindible ensayo Fuego y Cenizas. Éxito y Fracaso en Política, afirma:

"Los líderes prudentes se obligan a prestar la misma atención a los defensores y los detractores de la línea de acción que están planeando". La irritación y la oposición que despierta Donald Trump puede ser un obstáculo para pensar y reflexionar sobre lo que significa su candidatura y su campaña. Intentaré identificar las lecciones que debemos aprender (que no emular), desde una perspectiva de la comunicación política.

  1. Despreciar al adversario. Trump es incomprensible para muchas personas, que tienden a frotarse los ojos de incredulidad. Sorprendidas y enojadas, no reflexionan, sólo se alarman. Ésta es la primera lección. Rechazar -casi visceralmente- a Trump no permite entender los porqués. Y cuando no se comprende no se combate con garantías de éxito. A Trump hay que estudiarle, aunque nos altere. Despreciarle es un error.

  2. El lenguaje. Trump no ha llegado hasta aquí sin un uso del lenguaje radicalmente diferente del políticamente correcto. Los insultos -y motes- han sido una de sus bazas. The New York Times publicó esta semana una doble página en papel con todos los insultos de Trump -282, exactamente- desde que anunció su candidatura. Es tan soez que repugna. Pero Trump sabe que sus provocaciones son un tridente: alimentan las pasiones y los instintos de sus seguidores, movilizándolos; ocupan protagonismo en las redes y los medios, marcando la agenda de sus oponentes; y son la coartada perfecta contra el discurso político. Mejor insultar (etiquetar, reducir a un cliché) que argumentar. Atención, los insultos, además, permiten a muchas personas "hablar" de política. Personas que antes no se sentían ni escuchadas, ni reconocidas. El insulto es un grito para ellas. Para Trump, una elaborada técnica de pendenciero provocador.

  3. Las élites. Trump ha abanderado el discurso contra las élites formadas e informadas. Sus ataques al establishment calan en un electorado que se siente ridiculizado o despreciado por los creadores de opinión y por los modelos de liderazgo social. Estimula la ignorancia de sus electores al no reconocer datos irrefutables. Mejor equivocados y aguerridos, que dudosos y débiles. Trump es un populista. Sabe que el nuevo conflicto arriba-abajo es más movilizador que el de izquierda-derecha. Ha estudiado psicología...

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