Territorios / Feminicidio perpetuo

AutorSantiago Gamboa

Cada año, el 8 de marzo parece recordarle a la mitad de la población, la masculina, que esa otra mitad que tanto canta y celebra, la femenina, no es un atributo de la naturaleza, sino una ciudadanía que está en el mundo con plenos derechos que deben hacerse efectivos cotidianamente, pues hasta que no sea así el planeta no estará correctamente afinado. Revisar las canciones tradicionales latinoamericanas, analizar sus letras, es darse un paseo por el machismo de nuestra región. En Colombia hay centenares que celebran el ser colombiano. Los compositores suelen referirse a "las flores, las montañas, los colibríes y las mujeres", como si ellas no fueran también colombianas, sino un atributo del paisaje en el que viven los masculinos.

Pero hay cosas más concretas: la desigualdad salarial a favor del hombre sigue siendo evidente en la mayoría de países de América Latina. ¿Cómo puede ser que en algo tan evidente y fácil de demostrar no se haya podido lograr un cambio? Tradiciones, lugares comunes, culturas. Basados en un esquema patriarcal, se dice que la mujer, al no ser cabeza de familia, tiene menor carga económica y por lo tanto es justo que reciba menos, lo que es asombrosamente falso, pues, al contrario, es por lo general la mujer quien tiene la cabeza en su sitio y la que permite que la economía familiar sea regular y pueda dar cobijo y protección. Que yo sepa, además, las reglas del capitalismo --mucho menos nuestro injusto y primitivo capitalismo latinoamericano-- no incluyen la idea extravagante de que el sueldo se deba calcular de acuerdo a las necesidades del contratado, sino a su experiencia y titulación, un ámbito en el que hombres y mujeres están en absoluta igualdad. Pero no, no hay igualdad, y esta es una de las muchas formas de feminicidio que campean en nuestras presuntuosas aldeas, pues reduce y devalúa a la mujer con una violencia que no es verbal ni física, pero sí psicológica. Tú tendrás menos porque sí. Porque siempre ha sido así. No preguntes.

Hay algo inquietante en las estadísticas: a menor educación y menores ingresos el maltrato a la mujer, la agresión...

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