Territorios / Estamos solos

AutorSantiago Gamboa

Un mundo sin grandes líderes y en algunos casos con verdaderos payasos es lo que tenemos para enfrentar esta pandemia que ya se metió en nuestras vidas de un modo frenético. Qué misterio el de esa bolita con brazos, según nos la pintan, con su corona dorada y el poder de transformar el planeta en aldea global, todos con el mismo problema, tal como predijeron los guionistas de Star Trek en los años sesenta: el mundo una sola casa, pero no feliz, sino convertido en gigantesco hospital psiquiátrico. Y es que las cifras no pueden ser más extrañas. Sin que hubiera alguna lógica ni explicación, Italia y luego España fueron los países más golpeados de Europa. ¿Por qué? Misterio. Se dijo de todo. Que eran naciones de cultura latina, alegres y desordenadas, con poca disciplina social. Pero luego la adusta Francia empezó a hundirse en el virus hasta alcanzarlos. Y Francia es una de las naciones más respetuosas de las normas, donde la gente se detiene en un semáforo a las cuatro de la mañana en un suburbio vacío. Y Reino Unido, que no creyó y quiso hacer un segundo Brexit sanitario, acabó en la ruina y con un Johnson convertido, después de haberse contagiado. Como si el contagio conllevara la conversión, y sólo ahí, al aceptarlo y reconocerlo, empezó el camino de la sanidad.

¿Cómo entender todo esto? Se dijo que podría estar ligado a la industrialización, de ahí que la Lombardía, ese norte rico de Italia, fuera el más golpeado. ¿Y la industrializada Alemania? Los germanos lo padecen, pero con cifras más que normales para cualquier enfermedad respiratoria. Y mientras el contador de la pandemia avanzaba, muchos exclamamos: ¡cómo será cuando llegue a India!, ¡la catástrofe estallará cuando llegue a África! Yo mismo, que viví en Delhi, imaginé el apocalipsis en medio de esas ciudades superpobladas y con una pésima higiene, donde la multitud borbotea y se hace masa en cada centímetro del territorio. Morirán millones de personas, pensé, aterrorizado, enviando mensajes y llamando a los viejos amigos de mi época de diplomático en Delhi. Pero no, a pesar de que el virus llegó, no hubo ese Armagedón tan...

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