Tierra de auroras, cultura y saunas

AutorEloísa Farrera

HELSINKI.- Viajar a Finlandia va más allá de conocer edificios o calles históricas de la modesta capital; los paisajes naturales del país nórdico, su cultura y su gente, son un pretexto más que suficiente para visitarlo.

La aventura empieza en Helsinki, una ciudad de casi 600 mil habitantes con catedrales de la época zarista, edificios neoclásicos y casas de madera que se entremezclan con edificios modernos y grandes parques.

La ciudad es muy pacífica, segura y amigable para el transeúnte. Recorrerla a pie es muy fácil.

En el centro, lo primero que llama la atención son las cúpulas doradas y verdes de la Catedral Ortodoxa Uspenski, conocida como la "catedral roja". La iglesia, construida por el Zar Alejandro II, fue terminada en 1868.

Finlandia fue un Gran Ducado ruso durante casi 100 años. Helsinki, incluso, es considerada por algunos como la hermana menor de San Petersburgo, que está a tan solo tres horas en tren.

De esa época también son la blanquísima Catedral luterana de Helsinki, muy característica por su gran domo verde, y la Plaza del Senado.

Unas calles abajo se llega al mercado y la zona de ferries, donde se recomienda un paseo de tres horas -con menú incluido- para conocer el archipiélago de Helsinki: un conjunto de más de 300 islas, muchas de ellas con pequeñas y grandes casas de madera clásicas y en donde se puede hacer alguna parada para pescar o hacer picnic.

Después uno puede caminar toda la explanda del centro, ir recorriendo tiendas de diseño, restaurantes o cafés, y llegar al Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, un edificio moderno rodeado de grandes jardines y ubicado frente al Parlamento. Muy cerca de ahí están el Centro de Música, el Parque Sibelius y otros museos.

Pero si visitas Finlandia no dudes en acudir a un sauna, considerados por sus habitantes como espacios de convivencia, relajación y sanación. En la capital hay incluso bares y restaurantes que ofrecen la experiencia en las frías aguas del Mar Báltico, donde la temperatura llega a ser de menos cero grados centígrados.

Salir del calor del sauna y enseguida echarse un clavado a este mar provoca una especie de electroshock en el cuerpo que te eriza toda la piel...

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