Tierra de monstruos

AutorAndro Aguilar

Con aluxes, chaneques, nahuales, serpientes de siete cabezas, lloronas o alebrijes, México es un hábitat natural para los monstruos. La multiculturalidad étnica y la susceptibilidad de los mexicanos a creer más en la magia que en la ciencia, convierten al país en un territorio propenso a la existencia de estos seres fantásticos, que despiertan la fascinación e inspiran la creación de obras artísticas.

La escritora Daniela Tarazona, curadora de la exposición Monstruosismos, exhibida en 2017 en el Museo de Arte Moderno, explica que lo monstruoso es aquello que cruza un límite, por más inofensiva que parezca la definición.

"Cualquier movimiento fuera de ciertas definiciones dadas, de la realidad o la percepción, pueden dar pie a que aparezca lo monstruoso, lo que está fuera de cierto orden establecido, lo abyecto, lo que se reconoce como enfermo, deforme, no aceptado por la normalidad. El monstruo también vive con nosotros. Nos habita. Es parte de nuestra naturaleza. Esta animalidad siempre está palpitando. Siempre está con nosotros. Y, cuando de pronto nos invade y nos toma, podría asociarse con este monstruo que somos cada uno de nosotros", explica.

Para la exposición, Tarazona reunió piezas de los siglos XVIII al XX, contenidas en el acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes, que rebasan el patrón de lo bello, lo verdadero y lo justo.

Sin ser un tratado sobre los tipos de monstruos, el resultado trajo a relucir la presencia de este elemento en cinco siglos de artes plásticas en México, con piezas que implicaban terror o una noción de pequeñez frente a algo que es avasallante. Otras, relacionadas con lo híbrido o la transformación.

"Una constante era la desfiguración, borrar líneas establecidas. El trasladarse a otro sitio, dialogar con otra posibilidad de la realidad, de lo que está definido", señala.

En la muestra se incluyeron piezas clásicas, como La Crítica de Julio Ruelas, autorretrato en el que un ser fantástico aguijonea el cráneo del artista, e imágenes de luchadores como El Santo y Blue Demon, que aluden al concepto de la otredad.

"Las máscaras propician la concesión que se le da al otro de convertirse en alguien más. Quería ofrecer la posibilidad de que el visitante aceptara que lo monstruoso es, también, admitir que esta máscara puede ser la de la deformidad, lo horrible, lo que no queremos ver que nos constituye pero está en nosotros. Nuestra propia bolsa de porquería", señala.

MÁS MIEDO, MÁS MONSTRUOS

Gabriel Sánchez Barragán, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, explica la existencia de los monstruos con una ecuación: a mayor miedo, más monstruos, cuyas características serán determinadas por el temor social.

"Cuando una sociedad se encuentra en paz y tranquilidad, es muy raro que surja una figura monstruosa. Porque no habría miedos que materializar. Serían simplemente figuras de la tradición, o que se sucedieron en el pasado y ya han sido exorcizados por alguna figura heroica. Pero cuando una sociedad se encuentra en crisis, hay un miedo a lo desconocido, al futuro, a lo que pueda...

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