Tijuana: Pasión para el paladar

AutorJuan Carlos García

ENVIADO

TIJUANA, Baja California.- Aunque no logra librarse del calificativo de oasis pecaminoso, en esta ciudad bajocaliforniana se vive riquísimo.

Es verdad que su estampa no resulta la más amigable a la vista, pero eso lo de menos. Quien llega a Tijuana debe plantearse el reto de comer, beber y bailar, de lo mejor sin reparar en lo que se dice sobre esta metrópoli en películas o noticiarios.

En los últimos años, sus jóvenes habitantes -muchos de ellos provenientes de otros puntos de la República Mexicana- se han empeñado en liberar la ciudad de estigmas. Cada fuereño ha aportado ideas y ganas de crear nuevas tonalidades, aún más atractivas para el visitante. Y lo han logrado. Para muestra, muchos botones...

The Kitchen, por ejemplo, ha dado a la vida nocturna y gastronómica de TJ, como le llaman los extranjeros a Tijuana, un aire de sofisticación, lo que ha llamado la atención de muchos dentro y fuera del país.

Se trata de una experiencia underground creada por el fotógrafo Josué Castro y la cocinera Karla Navarro en la que nadie conoce a los otros comensales, tampoco cuál será el menú de la cena ni qué habrá en la velada. Incluso, la ubicación de dónde se realizará la cena llega con la confirmación en un mensaje de texto. Simplemente se garantiza que se tendrá un momento inolvidable.

"Nuestro concepto es europeo con una calidad de alimentos muy mexicana. No lo vives en un restaurante ni cada semana porque te aburrirías. Vamos de las 12 a las 20 personas en la cena y el único requisito es que no se conozcan entre ellos, así que es ideal para viajeros solitarios. En una cena tuvimos a un tenor que nos dejó con el oído cuadrado. Lo hacemos al estilo de los upper clubs de Nueva York y, sin duda, tienes la seguridad de que obtendrás algo innigualable", dice Karla.

La cena cuesta entre 150 y 200 dólares.

Da rienda suelta

Y eso sólo es el principio. TJ tiene mucho más que ofrecer. Unos cuantos días sirven para descubrir el espíritu de chefs propositivos, artistas pujantes, empresarios entusiastas.

Los food trucks, que ya son tradición en la Ciudad de México, Miami y Los Ángeles, se han convertido en esta ciudad de la frontera en todo un motivo para salir a comer a la calle: nunca hay platillos que enfaden. La reinvención viene desde la forma de servir e invitar al comensal.

En las líneas mapeadas del centro, siempre con Avenida Revolución como base, destacan Máquina 65, de Bernardo González, y Humo, de Giovanni Brassea.

El primero, comandado...

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