Tiran desechos sin control

AutorJesús Alberto Hernández

Vecinos de Tláhuac hicieron de sus tierras ejidales un basurero para construir calles, en terrenos ubicados sobre el acuífero más importante de la capital, con el riesgo de contaminar el agua subterránea.

En medio de ese tiradero vive Rosa Calpilla con su esposo y sus cinco hijos, en una casa sin drenaje ni agua potable.

Las descargas de sus aguas negras se vierten en una fosa séptica que el jefe de la familia instaló a unos metros de la pequeña vivienda.

Es la segunda zanja que el peón de albañil abre en ocho años a un costado de su casa, en el mismo suelo que su suegro utilizó como tierras de cultivo.

En la zona sobreviven unas mil 500 hectáreas de cultivos que diariamente son presionados por el crecimiento habitacional.

Como Rosa, unas 260 familias más que viven en 60 asentamientos irregulares en el área descargan sus drenajes en suelos que los ambientalistas consideran indispensables para preservar el acuífero.

De allí se extrae el 50 por ciento del agua almacenada en pozos subterráneos con que se abastece a la ciudad de México.

Muchos ejidatarios consideran que sus tierras ya no son rentables para la agricultura y las están vendiendo. Otros las ceden para remediar el crecimiento de sus familias y la falta de vivienda.

Ese es el caso de Rosa. Hace ocho años tuvo que mudarse de la colonia La Concepción, ubicada en otra zona ejidal que la urbanización se comió hace dos o tres décadas, a una parcela que heredó de su padre.

Su esposo le construyó una casa de lámina que con algunas modificaciones posteriores como cables de luz, un televisor y una estufa sirvió de hogar para sus cinco hijos.

Allí nació el menor, Joel Nazario, quien aprendió sus primeros juegos entre los escombros de un 'deshuesadero' de muros de concreto.

Diariamente, cinco pepenadores ocupan las primeras horas del día para desmembrar los castillos con un mazo y sustraen las varillas que venden por la tarde a 45 centavos el kilo en una tienda de pesaje de la colonia López Portillo.

Sin tomar en cuenta a los vecinos, dos representantes del Comisariado Ejidal permiten la entrada a camiones materialistas que depositan cascajo en la colonia en construcción por una cuota de 40 pesos.

Una aplanadora va compactando los desperdicios para trazar calles de la que pronto será la colonia Ampliación La Conchita, aseguran los pepenadores.

El otro día, un camión depositó pedazos de cemento frente a su puerta bloqueando el paso a una pipa que le suministra quince tambos de agua cada quince...

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