Tolvanera / Dislexia

AutorRoberto Zamarripa

El entorno es de confusión. En el gobierno federal parecen leer al revés los resultados electorales. Lo que ha sido caída, lo ven como incremento; lo que es bajada lo ven como subida: al mayor desempleo lo ven como menos pobres; lo que es aumento de envío de remesas de mexicanos que huyeron del país por la falta interna de oportunidades, lo explican como logro gubernamental.

A la necesidad de cambios de fondo le responden con cambio de gafetes de los funcionarios. A la crisis de enlace de la Presidencia con la sociedad, la intentan salvar con un decreto que apenas describe un manual de puestos.

Sólo falta que a la epidemia de sarampión le llamen salud de calidad.

El Presidente parece estar fuera de la órbita. Su discurso no permea o llega tarde. Baste ver tres incidentes: la información del INEGI sobre desempleo no era un dato desconocido por el titular del Ejecutivo. Sin embargo, su propuesta de un plan emergente de recuperación de empleo llegó tarde, como si acabara de enterarse del estancamiento económico y de las dificultades callejeras.

Cuando los gobernadores asociados en Conago preparaban una Convención Nacional Hacendaria y habían avisado que convocarían desde San Luis Potosí a la misma, con el propósito de desatar un proceso de revisión de las prioridades del gasto público y de las complicaciones existentes en la recaudación fiscal, el Presidente dice en el mejor estilo de la evasión de compromisos, que estudiará la iniciativa de los gobernadores.

Ahora que han estallado las dificultades de financiamiento para el desarrollo, y han sido incumplidos los acuerdos convenidos por el gobierno con las agrupaciones campesinas, particularmente en el ámbito de impulso de proyectos productivos para el agro, el Presidente dice que tanto en la banca de desarrollo como en la comercial, lo que sobra es crédito.

Endéudese, convoca el Presidente con ese optimismo que le caracteriza, a empresarios, productores y ciudadanos escépticos de sus palabras. En las giras presidenciales suceden circunstancias de desencuentro entre los interlocutores del mandatario. Los desempleados le piden ayuda y él los manda a la tramitología del microchangarro; los campesinos reclaman apoyos y él los envía a la mesa de negociación de falsas expectativas; los gobernadores le exigen compromisos y él -que fue gobernador y lidió con las intolerancias presidenciales- les pospone la decisión.

En esa lógica parecen inscribirse los cambios administrativos -dibujados de...

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