TOLVANERA / Parvada

AutorRoberto Zamarripa

Durante la reciente campaña electoral en el Estado de México, el candidato del PRI Alfredo del Mazo publicitó un spot donde aparece encerrado en un cuarto, toma unos audífonos, mira una pantalla para escuchar y observar la conversación privada de una familia reunida en una sala contigua.

Del Mazo escucha que si está viejo, que parece robot, que si es primo del Presidente, etcétera. De repente, suelta los audífonos, sale del cuarto y sorprende a la familia. Se sienta con ellos diciéndoles: "¿Qué decían de mí?".

El candidato quería proyectar una imagen de cercanía pero exhibe, querer o queriendo, la otra parte constitutiva del intimidante poder gubernamental: Yo sí los escucho, es más, los espío.

Las revelaciones periodísticas sobre el espionaje de activistas y periodistas pero sobre todo las respuestas oficiales producidas por esa difusión, han constituido una radiografía del poder. El nervio del sistema de nuevo fue revelado.

El gobierno federal espía. No tiene remedio. Claro, ha dicho el mismísimo presidente de la República al reiterar que en el ámbito del combate al crimen el espionaje es una herramienta clave. Y que él se siente espiado. Gracias por la confianza. Pero debería revelar de quién sospecha. Quien quita y son los mismos que espiaron a los activistas.

El gobierno espía. Quien esté libre de culpa que arroje el primer micrófono. El espionaje desde el gobierno es un acto de reproducción del miedo. Representa un modo natural del ejercicio del poder en México. Tiene su carga simbólica y su carga real. Cuántos personajes políticos se empoderaron a partir de la amenaza del espionaje. Don Fernando Gutiérrez Barrios fue uno de ellos. El Don derivaba de ese halo. Había que temerle porque suponían que sabía todo de todos.

Miembros del gabinete de Miguel Ángel Mancera suelen cuidarse en extremo con sus celulares. Conversan cosas importantes en persona y dejan sus aparatos a una prudente distancia. El teléfono, dicen, es un micrófono. Aseguran que en el gobierno para el que trabajan los espían. ¡Lo dicen los propios integrantes del gabinete, víctimas del ultraje!

Se espía también para ganar una elección; no hay contienda sin revelación de conversaciones privadas. Si así se actúa...

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