TOLVANERA / 'Reality Show'

AutorRoberto Zamarripa

Que Granier aún sigue declarando porque está haciendo el inventario de su guardarropa.

El espectáculo no compensa la indignación. Enerva. El caso Andrés Granier Melo resulta insultante. No solo por las cantidades de dinero robadas o por los mecanismos del hurto sino por el insultante cinismo de su pataleo.

Si me han de apresar mañana que me infarten de una vez. Hospedado en un hospital, atado a una camilla, la cobardía de Granier pinta la entereza de la clase política tropical. El valiente que reclamaba a secretarios de Estado las partidas federales para aliviar los daños a las víctimas de inundaciones ahora se oculta atrás de un certificado médico. Sí robé pero traigo la presión alta; cualquier asunto relacionado con este desfalco favor de verlo con mi cardiólogo.

El hombre que devastó con su corrupción el sistema de salud pública de su estado, combate una averiguación previa con una receta médica. Para qué queremos abogados si existen los cardiólogos.

-¡Esto es un asalto, dame todo tu dinero!

-Por si no lo sabes soy Andrés Granier.

-Ok, entonces ¡Dame todo mi dinero!

Más vale reírse que esperar justicia. Ante la falta de resultados, las gracejadas inundan las redes sociales. En el sexenio de la percepción, Granier convierte su juicio en una telenovela. Acumula los capítulos como si fueran los fajos de los billetes robados. Pareciera que se combate a la corrupción pero en los hechos se revela una gran tomadura de pelo.

Eso sí, la historia de Granier dibuja novedades. Según sus alegatos ni él ni sus socios son los típicos políticos que se enriquecieron con el ejercicio público. Ya llegaron millonarios y gobernar para ellos era hobby. Ir a la Quinta Grijalva era como acudir a un juego de golf. Los ferraris o los departamentos de Miami constituyen riquezas hechas en la vida privada antes de tocar el presupuesto público. Vaya, ahora resulta que cobraban como funcionarios bajo protesta.

Ven, ven, ven/ ven, ven, ven/ ya todo Tabasco/ se ha robado Andrés Granier.

El saqueo del Edén no tiene para cuándo. Entre los gobernantes corruptos y las devastaciones de Pemex, las inundaciones de Villahermosa resultaron jugosos negocios del reclamo del ahogo. Andrés Granier fue un maestro de la queja. Lloraba, literalmente, lloraba ante los funcionarios federales para implorar más y más dinero con el fin de reparar los daños producto de las inundaciones. Pocos como él obtuvieron tajadas millonarias del presupuesto federal e incumplieron a sus gobernados. Pero...

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