TOLVANERA / Al revés

AutorRoberto Zamarripa

Ahora andan soliviantados los que antes andaban resignados y sosegados los que protestaban a la menor provocación.

Ahora paran los que antes la pasaban sentados y bloquean los que antaño condenaban los actos de fuerza como mecanismos para consumar demandas.

Ahora hay de todo. Desde las previsibles extorsiones de caciques agrarios como los de Antorcha -excrecencia del priismo- o pataletas de alcaldes que pierden canonjías hasta razonables reclamos por recortes dolorosos en el ámbito de la cultura o de la ciencia.

Con la presentación del presupuesto vino la tormenta. Y casos paradójicos, demostrativos del país que no termina de acomodarse ni entenderse. El Poder Judicial revienta por la mutilación de los ingresos de sus jueces en el nombre de una autonomía pobremente ejercida.

Recordaron su independencia ministros o jueces que han atado su desempeño profesional a la gracia del dedo superior. La designación de ministros en la Corte por ternas presidenciales no guarda reparo en esa sujeción al Poder Ejecutivo. Cada ministro sabe cómo llegó al dignísimo cargo que ostenta, cuántas genuflexiones tuvo que hacer y cuántos compromisos tuvo que adquirir para ser favorecido con el ínclito voto de los senadores quienes a su vez seguramente nunca recibieron línea del Presidente para tomar una decisión libre e independiente.

La grosera manera en que los gobernadores manipulan a sus tribunales no deja lugar a dudas del papel de segunda que juegan los jueces en las entidades.

Si así se dejan manipular o si así son de serviles para esperar el dedo favorecedor del Presidente o del gobernador, cómo serán de obsecuentes con los poderes fácticos.

La corrupción que ha carcomido a los tribunales de abajo y de arriba no tiene que ver solo con las burocracias gubernamentales o parlamentarias sino con intereses privados y mafiosos. ¿Qué acto drástico ha emprendido el titular del Poder Judicial para acabar con la entrega de jueces a los intereses del crimen organizado?

Y aun así hay un resquicio de razón. Vaya paradoja. No beneficia al país que un poder le dicte al otro cómo comportarse. Aún con sus peores ropajes tienen razón en defenderse.

Igualmente con los rectores de las universidades públicas. Son incontables las auditorías...

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