Tony Blair / La fe en esta era globalizada

AutorTony Blair

LONDRES.- Durante años se pensó, sobre todo en Occidente, que la religión desaparecería a medida que la sociedad se desarrollara. Pero no ocurrió así, por lo que en el comienzo de una nueva década los responsables del diseño de políticas deben tomar en serio la cuestión de la religión.

En todo el mundo, el número de personas que proclaman su fe está creciendo. Un ejemplo de ello es el mundo islámico. Mientras que la tasa de natalidad de Europa está estancada, la población árabe va a duplicarse en las próximas décadas, y en muchos países asiáticos de mayoría musulmana la población aumentará. La cristiandad también está creciendo -de manera extraña y en lugares inesperados-.

El mayor crecimiento de la religión se da en China. En efecto, vale la pena reflexionar sobre la religiosidad de los chinos. Hay más musulmanes en China que en Europa, más protestantes practicantes que en Inglaterra y más católicos practicantes que en Italia. Además, de acuerdo con estudios recientes, aproximadamente 100 millones de chinos se identifican como budistas. Y, por supuesto, el confucionismo -que es una filosofía más que una religión- se venera fervientemente.

En Brasil y México hay un enorme movimiento evangélico. En Estados Unidos la fe sigue siendo para muchos parte esencial de sus vidas. Incluso en Europa el número de personas que dicen creer en Dios es elevado. Y, por supuesto, hay cientos de millones de hindúes y numerosos sikhs y judíos.

Los que tienen fe hacen un gran trabajo gracias a ella. Alrededor de 40 por ciento del servicio de salud en África se ofrece a través de organizaciones religiosas. Los grupos de asistencia musulmanes, hindúes y judíos combaten la pobreza y la enfermedad en todo el mundo. En cualquier país desarrollado se ve este tipo de atención altruista a discapacitados, moribundos, necesitados y desfavorecidos, de parte de personas que actúan impulsados por la fe. Un elemento común de todas las grandes religiones es el amor al prójimo y la igualdad de los seres humanos ante Dios.

Desafortunadamente, la compasión no es el único contexto en el que la religión motiva a las personas. También puede promover el extremismo e incluso el terrorismo. Es aquí donde la fe se convierte en una marca de identidad que distingue de los que no la comparten, un tipo de nacionalismo espiritual que considera a los que no creen -incluso a los que tienen una creencia pero la ven de forma distinta- como no creyentes, infieles y por consiguiente enemigos.

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