Trío medieval

AutorJuan Carlos García

Enviado

ÁVILA: LA MURALLA

El umbral de la Puerta del Carmen es el acceso principal a una ciudad de ensueño, coronada por una cerca militar románica, que es su mayor emblema.

La muralla, de un perímetro de 2.516 metros, con todo y sus torreones, portones y cubos, se levanta, soberbia: la ciudad medieval que resguarda es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y lugar de origen de Santa Teresa de Jesús.

En Ávila cala el frío, porque es la urbe más alta de España (1.130 metros sobre el nivel del mar). A cambio, reina el sosiego y sale el sol.

Los muros de hoteles, posadas, casas, restaurantes, iglesias y pasadizos son tan gruesos, que dificultan la recepción del wifi. Hay que salir a la calle o ser paciente... y desconectarse, quizá lo más recomendable.

Todo en conjunto no cabe en la mejor foto: una fundación romana, que luego pasó a los visigodos, musulmanes y cristianos, bordeada por encinares y riberas.

Desde el mirador del Humilladero de los Cuatro Postes, la postal sólo requiere de un par de hadas sobrevolando para caer en un hechizo. O quizás, hombres en armadura. Da igual.

SEGOVIA: EL ACUEDUCTO

De lejos es un entramado de líneas curvas que embona con el paisaje medieval del centro.

De cerca, el Acueducto de Segovia recuerda cuán imponente puede ser algo hecho por el hombre.

Esta obra de la ingeniería civil romana -símbolo heráldico de Segovia- fue construida para conducir el agua de la Sierra hasta la urbe y hoy es puerta de acceso a la ciudad. No se sabe la fecha precisa de su edificación, aunque las hipótesis de algunos historiadores locales la ubican en el siglo I, en la época de los Flavios.

Una caminata de cinco horas, desde la Plaza del Azoguejo hasta las afueras del Alcázar, con sus respectivas paradas para comprar souvenirs o viandas, hacen el día.

Este monumental Alcázar, dicen los guías, fue de los más brillantes para la alcurnia nacional, de Alfonso X a Felipe II y es clásico de las construcciones medievales.

Sus grandes torres sobresalen entre el verdoso paisaje, y evocan a una sensación de placer y nostalgia por haberla visto y tener que decirle adiós, con todo y su historia.

Entre el Alcázar, el Monasterio de San Antonio el Real y la Catedral de Santa María hay callejones que sacan un suspiro al imaginar las historias que aquí se dieron: romances, asesinatos, batallas, bodas...

Los terminados...

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