Antes trabajaba, ahora sólo viaja

AutorIvett Rangel

Luego de trabajar durante 25 años, de lunes a sábado, sin vacaciones y después de pasar tres meses en una silla de ruedas, Ernesto Riveroll decidió conocer el mundo sin preocuparse por su edad ni por sus cuatro operaciones en la columna vertebral.

Así, desde hace más de una década, este corredor de bolsa viudo se lanzó a recorrer los cinco continentes. En unos días viajará al extremo sur de América, la región que le faltaba. A bordo de un crucero visitará las regiones chilenas y argentinas de la Patagonia.

"De niño, en una ocasión, soñé que viajaba, pero ni lo creí posible, porque mi familia no gozaba de una posición desahogada. Sí salíamos, pero dentro de la República Mexicana, jamás al extranjero.

"De adulto, en 25 años como corredor de bolsa, nunca tuve vacaciones, entonces como que brotó eso de querer salir", cuenta.

Don Ernesto inició su vida de viajero en solitario, porque su esposa falleció justo hace 10 años.

"A ella no le tocó viajar conmigo. Íbamos a empezar a hacerlo, porque ya me había jubilado y tenía el tiempo y la libertad, entonces ella se accidenta, le da una embolia y muere. Eso pasó justo un día después de haber comprado una casa en Avándaro (Estado de México) para descansar", recuerda.

Pero no lo dice con tristeza, pues en cada viaje conoce nuevos amigos, con los que se mantiene en contacto gracias a internet.

"A los 75 años se va perdiendo el círculo de amistades, y si no lo renuevas, te quedas solo. Yo conozco amigos viajando, y gracias a eso mi directorio es muy extenso", expresa.

Así, Estados Unidos y Canadá se convierten en sus primeros destinos. Después vendrían otros, como Alemania, Alaska, Egipto, Cuba, Nueva Zelandia, Brasil, China y Polonia.

Don Ernesto aclara que no tiene predilección por una ciudad o país. Sin embargo reconoce que San Petersburgo lo conquistó por su arquitectura; Iguazú (región compartida por Brasil y Argentina), por su belleza natural; Alaska, por sus glaciares, y Berlín, París y El Cairo, por la cultura que en ellas se concentra.

Rusia, señala, merece mención aparte, por sus mujeres hermosas.

Entre sus anécdotas destaca esa vez que descendió en un submarino en el Caribe. "¡Es impresionante! El sol ilumina como reflector aun en esas profundidades. Yo no puedo bucear por mis operaciones en la columna, pero es el lugar ideal para hacerlo".

Aunque habla sobre todo de sus viajes al extranjero, don Ernesto asegura que no tiene el defecto de la mayoría de los viajeros: que conocen el mundo, pero...

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