Tradición que desaparece

AutorNayeli Estrada

Algunos sonidos, cotidianos hace algunos años en la Ciudad, desaparecen lentamente. Por ejemplo, el tintineo de los botes de acero inoxidable que se traducía en chocolate, pan con nata o un simple vaso de leche fría, es ya casi una leyenda.

En un tiempo no muy remoto, los productores de leche se encargaban de llevar este alimento por las calles del entonces Distrito Federal.

"La gente llegaba con sus cubetas y les vendían leche con un pilón, que era casi de medio litro", afirma Mitzi Yurico García, al frente de La Lupita, uno de los pocos establos que quedan en la Capital.

Mitzi forma parte de la tercera generación de lecheros chilangos, oficio que tuvo su auge hace siete décadas, pero que desde hace 20 años han desaparecido del panorama citadino, dejando su sitio a desarrollos habitacionales.

"A principios de 1980, la clase alta comenzó a habitar las zonas más alejadas de Tlalpan huyendo de zonas como Condesa y Pedregal. En esta región se construyeron grandes residencias y exclusivas zonas habitacionales", afirma García.

La llegada de residentes a esas zonas significó el desplazamiento de los antiguos ranchos, pues los nuevos habitantes no estaban acostumbrados a los olores de los establos.

Sin embargo, no sólo las quejas desplazaron a los ganaderos locales. Según Mitzy, el cambio de uso de suelo y la distribución del agua también impulsaron su abandono.

DECLIVE LÁCTEO

La producción lechera en la Ciudad de México pasó de 164 mil 607 litros en 1980, a sólo 42 mil 70 litros en 1987, según información publicada en el portal lactodata.

"La competencia desleal por parte de la Conasupo sacó a muchos productores del panorama. Esta empresa compraba leche en la Comarca Lagunera a precios muy castigados y la diluía con agua y leche en polvo, lanzándola al mercado a tres pesos cuando nosotros la ofrecíamos en siete", afirma José García Durán, propietario del establo La Lupita.

Durante los gobiernos de José López Portillo y Miguel de la Madrid, en las décadas de los 70 y 80, la política económica nacional privilegió la apertura a los mercados extranjeros, incentivando la competencia de productos importados con alimentos hechos por ganaderos locales.

"Las compañías irlandesas que estaban tratando de colocar leches y mantequilla radioactiva, Irish Dairy Board y An Board Bain Coop Ltd, tienen su sede en Dublín y su representante en México era Eduardo Cavazos. El primer embarque en México llegó en junio de 1986, a partir de ese entonces se importaron más...

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