Trae Fontcuberta ciencia fantástica

AutorJorge Ricardo

La verdad, incluso la científica, puede ser mentira. Eso se propuso demostrar, mediante clasificaciones filogenéticas, taxonómicas y paleontológicas, el teórico catalán Joan Fontcuberta en 1985. Empezó con un anuncio: afirmó que cinco años antes, en el sótano gélido de una mansión de Escocia había encontrado los archivos de zoólogo alemán Peter Ameisenhaufen, desaparecido misteriosamente en 1955.

Eran los legajos de un científico darwinista que buscaba siempre la excepción. Fontcuberta decía haber rescatado un bestiario en el que lo mismo estaban el Cercopithecus icarocornu, un mono cornudo y alado, que la Solenoglypha polipodia, una serpiente con 12 patas. En 1989 exhibió la muestra Fauna, con seres fantásticos, en el Museo de Zoología de Barcelona, cada uno tenía su ficha biológica, sus fotografías, los mapas de su ubicación y sus cuerpos taxidermizados, pero todo era mentira.

Fontcuberta buscaba demostrar que la verdad, incluso en la ciencia, puede no ser más que un montaje. O, como decía ayer, al anunciar su instalación en el Museo Universitario del Chopo: "La verdad no es más que un punto de vista impuesto por quien tiene más poder".

Con 210 objetos, Fauna será su primera exposición en México. En 1997 realizó su proyecto más célebre, Sputnik: la invención de un supuesto cosmonauta ruso perdido en el espacio. Sin embargo ayer el artista, famoso por desmontar la noción de la fotografía como sinónimo de verdad, resaltó la importancia de la instalación que abrirá el 9 de noviembre.

"La fotografía de la naturaleza es un pretexto para indagar en la naturaleza de la fotografía". En 1982, el catalán, premio Nacional de Fotografía, había iniciado Herbarium, otra serie, esta vez de plantas creadas con desechos industriales, una suerte de "cadavre-exquis" con nombres en latín. Eran mentira también, pero el público no lo descubría tan pronto. "La credulidad requiere menos esfuerzo que la incredulidad".

¿Es una burla?, es una pregunta siempre cercana a su trabajo. Ayer respondió que se trata de una pedagogía de la duda. "Mis proyectos son vacunas que inyectan mentiras desactivadas para que el público se prevenga de las verdaderas, de las grandes mentiras. Creo que los museos, más allá de albergar colecciones, tienen la responsabilidad de agitar la conciencia, tienen que ayudar a pensar y el...

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