'Traigan más gasolina'

AutorLuis Alegre

El subprocurador de Texcoco, Andrés Mendiola, llama por teléfono a sus superiores pero le contesta un agente del Ministerio Público en turno.

"Dígales que hay que buscar el diálogo y atender las demandas de los ejidatarios, porque la violencia no beneficia a nadie", dice ceremonioso el funcionario convertido en rehén, quien se encuentra descalzo, con el cabello alborotado, la camisa blanca llena de tierra y la voz apenas firme.

Una decena de ejidatarios de San Salvador Atenco, enfrente de él y en torno a una mesa de lámina, le exigen que pida que se retiren los granaderos, que según ellos, están por entrar al pueblo.

"Sí, sí por favor, infórmele al señor Procurador de las peticiones que le hago", insiste con apurada esperanza el funcionario de la Procuraduría mexiquense, padre de dos hijos y vecino de Toluca.

"Le repito, que si no atienden sus demandas, van a proceder con nosotros", comenta con frialdad el funcionario, como si les confirmara que sí, que por acá también está lloviendo.

Cuelga y nadie queda satisfecho. Los líderes de los ejidatarios inconformes que entran y salen del auditorio municipal se hacen bolas para decidir qué procede. Ignoran si sus compañeros detenidos por la Policía estatal, luego de la trifulca inicial, están bien, cuántos tienen en la cárcel, dónde, cómo.

Esperan que el Gobierno mueva sus piezas primero. Y en ese sentido sólo esperan la intervención de la fuerza pública. Macanas contra machetes.

El auditorio, repleto de refrescos que sacaron de cuatro camiones de la Coca-Cola que a la vez funcionan de barricadas, también hace las veces de único cine en este pueblo de 40 mil habitantes, pero esta noche funciona como calabozo para los 5 funcionarios, 6 policías y un empleado de una empresa constructora.

Pero también es el centro de mando de este ejército de inconformes armados con machetes, palos y bombas molotov. De aquí salen las órdenes de voz en voz y, de vez en vez, a gritos.

"Que traigan más gasolina, que nadie se duerma, que todos saquen sus armas, que no dejen de vigilar...", ordena cualquiera.

Afuera, unos 200 vecinos apiñados ante un templete que tiene un altar de la Virgen de Guadalupe y como figura central una televisión, revisan el parte de guerra que presentan los noticieros: 15 detenidos según las autoridades mexiquenses -ellos alegan que hay al menos 16 personas más desaparecidas- y ven reflejadas en la pantalla sus amenazas al Gobierno, su apuesta de todo o nada. O les regresan a sus compañeros o...

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