Tras los espaldas de plata

AutorDaniela Zavala

Muchos aún recuerdan a Uganda por las noticias de los estragos causados por el dictador Idi Amín Dada, que dejó como herencia una debacle económica y miles de muertes violentas.

Sin embargo, la "Perla de África" -como la llamó Sir Winston Churchill- ha logrado una recuperación extraordinaria en la última década.

Aunque no cuenta con la sólida infraestructura turística que han desarrollado ya países vecinos como Kenia y Tanzania, Uganda tiene hermosos parajes y, gracias a que no recibe hordas de turistas, es un territorio bastante virgen e ideal para explorar.

Ahí, en las profundidades de los densos bosques de África Central, habita una de las especies de primates más amenazadas del mundo: el gorila beringei o gorila de montaña, del que no se tuvo noticia sino hasta 1902.

Luego de sortear la amenaza grave de extinción debido a la caza furtiva de traficantes que buscaban venderlos vivos o en partes, la destrucción de su hábitat y los conflictos armados, actualmente quedan en el planeta unos 700, casi todos ubicados en parques nacionales de Uganda, Rwanda y la República Democrática del Congo.

Pero casi la mitad de esta población habita aquí, en el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi, en el suroeste de Uganda.

Las comunidades que viven cerca del hábitat del hoy tan preciado primate se han beneficiado enormemente con la creciente afluencia del turismo.

"Han ayudado a la economía de Uganda y nos han traído trabajo, y también nos permiten conocer gente de otros países", comenta David, cuyo apellido de asesino en serie, "Bone on the Road" (Hueso en el Camino), contrasta con la calidez de su voz y su inagotable sonrisa.

Este joven de tan sólo 24 años es hoy mi guía en la expedición. En él descansa la promesa de mi acariciado encuentro con los gorilas.

Todos listos

Antes de partir, un representante de la Autoridad de Conservación de Uganda informa a todos los visitantes de las estrictas reglas a seguir ante la presencia de los primates: la más importante es mantener una distancia de siete metros.

Los humanos y los gorilas son 98.4 por ciento genéticamente iguales, lo que los hace vulnerables a las enfermedades humanas. Así, a un visitante que muestre señales de gripe u otra enfermedad infecciosa no se le permite ir a las expediciones, aunque al decepcionado se le reintegran sus 500 dólares pagados.

Las demás reglas: ante la presencia de los gorilas, no se puede beber, comer, hablar en voz alta, hacer movimientos bruscos o correr.

Todos los...

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