De trazos zacatecanos

AutorJuan José Kochen

Fotos Adrián Ruiz

El viento sopla cada vez con más fuerza. Desde la Ciudadela, el punto más alto al que se puede acceder en La Quemada, uno se imagina el poder que embargaba a los antiguos que dominaron el Valle de Malpaso y las extensas calzadas, una de ellas ahora convertida en la carretera 54, que desemboca directo al centro de la capital.

Muchos vestigios de edificios, a base de arcilla, cal, barro y fibras vegetales, están aún enterrados aquí, entre matorrales desérticos, pastizales, nopales y árboles de huizache.

Para llegar a este nivel, el tercero de los cinco en los que se divide el lugar (los otros dos aún no se exploran del todo), hemos ascendido rodeando la muralla que delimita la zona arqueológica. La recompensa: abarcar con la vista la totalidad del conjunto, 25 estructuras descubiertas hasta hoy, que sólo se aprecia desde lo más alto. Así podemos echar a volar la imaginación con las teorías arqueológicas sobre este misterioso sitio. No hay ninguna definitiva acerca de la cultura que lo habitó; pero la más aceptada apunta a que fungió como una suerte de "aduana", y que por lo tanto confluía gente proveniente de varios pueblos de Mesoamérica.

A vista de pájaro se aprecia la gran calzada mayor, que mide unos 400 metros y desde donde se accede al salón de las columnas y al juego de pelota. El remate, al fondo, es lo que queda de la Pirámide Votiva y sus grandes taludes.

Pero es hora de desandar nuestros pasos. De bajada se aprecia aún más el cambio de pigmento en las superficies de la tierra. Las suelas de nuestros zapatos también van adquiriendo un color terracota, que se matizará con un tono más claro al recorrer las calles jerezanas.

Un toquecito de Jerez

Tras un breve trayecto de 20 minutos por la carretera 54 hasta entroncar la 23, justo en Malpaso, llegamos a Jerez para conocer jerezanas con alhajas de plata y hombres a caballo, protagonistas de este Pueblo Mágico.

La palabra Jerez deriva del vocablo árabe Xerez, que significa lugar donde abundan los vegetales. Este sitio fue nombrado así por los primeros conquistadores debido al parecido con Jerez de la Frontera, en España.

El periodo virreinal dejó su huella en esta ciudad, principalmente en la herrería y balaustradas de los edificios, así como en el diseño de las iglesias.

Una de las más representativas es la Parroquia de la Inmaculada Concepción, construida en el siglo 18 en adobe y cantera blanca. Al lado se encuentra la calle del Reposo, antes usada como calzada...

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