Triunfa fuerza poética

AutorErika P. Bucio y Dora Luz Haw

El verde es el dios del poeta Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931), un lobo solitario ajeno a las tertulias y círculos literarios que ayer se convirtió en el séptimo escritor sueco en obtener el Premio Nobel de Literatura.

"Despertar es un salto en paracaídas del sueño./ Libre del agobiante torbellino, se hunde/ el viajero hacia la zona verde de la mañana./ Las cosas se encienden.", escribió en Preludium, incluido en 17 Poemas (1954), su primera publicación.

"Su dios es el verde, la naturaleza, el reciclaje permanente por el mundo", opina el poeta uruguayo Roberto Mascaró, traductor de su obra al español.

La Academia Sueca ha reconocido a Tranströmer porque "a través de sus imágenes condensadas y translúcidas, nos da un acceso fresco a la realidad".

Fue Mónica, su esposa, quien expresó la alegría del escritor por el galardón. Ella ha sido su intérprete desde que Tranströmer sufriera, en 1990, un derrame que le afectó el centro del lenguaje y lo dejó sin habla y le paralizó el lado derecho del cuerpo, aunque le dejó intacta la mano izquierda, con la que sigue tocando el piano.

"No pensó que llegaría a experimentar esto", dijo Mónica a medios suecos. Cada año, en la víspera del anuncio del Nobel de Literatura, su casa en Estocolmo se veía rodeada de periodistas.

La poesía de Tranströmer parte de experiencias cotidianas. Gran parte de ella ha sido escrita durante sus viajes fuera de Suecia. Ahí están, dice Mascaró, "los males y los bienes del mundo".

El traductor describe al poeta como un hombre sencillo, de risa franca, de un humor infantil y tranquilo. Eligió ser psicólogo por ser su tarea compatible con la escritura de poemas. Trabajó en centros penitenciarios y hospitales.

"Ejerce la poesía con orgullo, pero sin ostentación alguna, sin complejos ni culpas y también sin exigir privilegios", expone Mascaró en la antología El cielo a medio hacer (Nórdica, 2010), que incluye su autobiografía.

En esa soledad, añade el poeta uruguayo, han crecido su fama, el interés de los traductores -su obra ha sido llevada a más de 70 lenguas- y la prensa, que desembocan en un premio esperado.

"Es un lobo solitario. Dice que ahora que ya no necesita tanta soledad con su problema de afasia y parálisis", cuenta Mascaró, quien conoció a Tranströmer cuando su esposa trabajaba en un centro de refugiados en Suecia donde familias argentinas y uruguayas iban en los años 70 a reponerse de las torturas padecidas en sus países.

La obra del flamante Nobel está traducida...

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