El último de los ídolos

AutorRoberto Zamarripa

A Miguel Espinosa Menéndez (Aguascalientes 19 de septiembre 1958-6 de noviembre 2017) la muerte le alcanzó en reposo. Un desgarre fulminante le partió el corazón cuando dormía.

Veintidós años antes, magnánima, la muerte le perdonó, allá en Madrid, cuando una banderilla atravesó su cuello. "Me partió la yugular", solía decir Espinosa -conocido como Armillita Chico- siempre que rememoraba ese renacimiento.

Fue el 2 de junio de 1995 toreando a "Garañito" de la ganadería de Gabriel Hernández, en la Monumental de Las Ventas de Madrid. Alternaba con Manuel Caballero, un recio torero de Albacete y el andaluz Antonio Borrero conocido como "Chamaco", cuando al trote del cuarto toro de la tarde, y mientras Armillita pasaba de mano la muleta, se agitó una banderilla para incrustársele en el cuello. Al momento, fue a la barrera para que le enjuagaran el daño y regresó a darle la espalda al toro e intentar pases en redondo, ignorándolo el animal por lo que el torero decidió liquidarlo de un estoconazo.

Con borbotones de sangre, una herida de 15 centímetros de penetración abriendo la carótida y yugular, Armillita llegó caminando a la enfermería para balbucear que casi lo habían degollado. La operación de dos horas de duración paró la amenaza.

La crónica del periódico El País de España del 3 de junio de 1995 consignó: "El doctor García Padrós dijo después de la intervención que de haber tardado más en operarle se podrían haber producido complicaciones mucho más graves como una mediastinitis. También despejó la duda inicial sobre si el golpe había sido con una banderilla o con el pitón: 'Fue la banderilla, ya que de haber sido el pitón le habría arrancado la tráquea y varios vasos importantes y le podía haber causado la muerte al instante'".

La mediastinits es una inflamación de la zona del pecho entre los pulmones, donde está el corazón, la tráquea, el esófago y los ganglios linfáticos. Armillita hubiera estallado. Él siempre consideró ese incidente como uno de los principales riesgos en los ruedos y no se cansaba de decir que había sido una suerte que ocurriera en una Plaza como la de Madrid porque en una pequeña plaza de pueblo, sin enfermería adecuada, hubiera muerto.

Siete cornadas en mil 330 corridas, cortando mil 42 orejas, 83 rabos y una pata, simbolizaron su paso por 111 plazas de una docena de países frente a astados de unas 257 ganaderías, según las cuentas de su trayectoria.

Su penúltimo toro, llamado "Muletero de Oro", lo ejecutó en la Plaza...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR