Se fue Vallejo

AutorFrancisco Morales V.

FOTO: HÉCTOR GARCÍA

Fernando Vallejo regresa a Colombia con apenas cuatro maletas. Dos grandes, que documenta en el avión, y dos pequeñas, que lleva consigo.

Cuarenta y siete años de vida en México reducidos a cuatro valijas, para volver adonde dijo que jamás regresaría.

De alguna forma, Vallejo lleva rato yéndose. Una sucesión de días violentos lo lleva de vuelta al país que ha sido el blanco preferido de su rabia literaria, de sus peores invectiva.

La partida comenzó el 19 de septiembre del año pasado, cuando el escritor volvió a ver su departamento en la Colonia Condesa cimbrarse por un terremoto espejo del que sobrevivió 32 años

antes. Un edificio se desplomó ante sus ojos.

Días después de la catástrofe, Vallejo era otro, y, fuera de sí, atacó a un vecino acuchillándole el brazo. Una denuncia por homicidio en grado de tentativa permanece abierta por el incidente.

Tres meses más tarde, su pareja de medio siglo, el escenógrafo David Antón, fallecería a los 94 años.

Ahora espera en el aeropuerto. El vuelo AM708 va a tiempo y lo llevará a Bogotá sin retrasos. Por ningún lado se le ve angustia ni tristeza. Atiende los trámites de viaje en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de

México incluso sereno. Se le ve de buenas.

"¡Pero si voy y me vuelvo!", exclama Vallejo, ante la pregunta de por qué se regresa a su tierra natal, con la que ha sido tan duro

Amable, pero terminante, declina una entrevista para hablar al respecto.

A partir de este sábado, 14 de abril del 2018, no será él quien salga todas las tardes a pasear a su perra por la calle circular de Ámsterdam.

En sus paseos con Brusca por ese circuito -y antes con sus perras "Quina" y "Bruja"-, prefiguró y trabajó en la mente gran parte de ese importante caudal memorioso para la literatura en español llamado El río del tiempo, una suerte de autobiografía repartida en cinco libros: Los días azules (1985), El fuego secreto (1987), Los caminos a Roma (1988), Años de indulgencia (1989) y Entre fantasmas (1993).

También, durante su vida en México, publicó en 1994 La Virgen de los sicarios, la novela que lo dio a conocer al mundo como una respuesta descarnada -un "alarido", según la prensa francesa- al realismo mágico de su paisano Gabriel García Márquez, a quien públicamente aborrecía.

En ella, un escritor maduro llamado Fernando vuelve a una Colombia violenta y desesperanzada tras décadas fuera de ella. Dice él que a morirse.

"No, hombre, pero si yo voy a regresar", reitera Vallejo, sin perder la sonrisa. A su lado, Daniela Michel, directora del Festival Internacional de Cine de Morelia, quien lo acompaña en el aeropuerto, lo secunda: "Tiene muchos amigos aquí".

En 2002, en una charla virtual con lectores organizada por Reforma, un usuario que se puso el sobrenombre "Alexis" -como el muchacho sicario del que se enamora el protagonista de La virgen de los sicarios- le preguntó: "¿Qué es para usted Colombia?".

El autor escribió de vuelta: "Todo, mi niñez, mi juventud, mis ilusiones, mi desencanto".

Vallejo se va de regreso a ese "todo" con sus dos maletas livianas, dejando atrás el desbarrancadero de sus últimos días en México.

PERORATA INCENDIARIA

El diario colombiano El Tiempo, en su edición digital, resume así en un encabezado un episodio protagonizado por el escritor en el año 2000: "Vallejo sigue provocando".

A finales de agosto de ese año, Vallejo, afincado en México desde 30 años atrás, viajó a Colombia para participar en el Encuentro Iberoamericano de Escritores. Para muchos, un enemigo de la patria; para otros, el único que le hablaba a la cara.

En el Parque Nacional de Bogotá, ante un auditorio lleno de jóvenes, leyó un discurso titulado A los muchachos de Colombia. Todo ardió al instante.

"Muchachitos de Colombia: Ustedes que han tenido la mala suerte de nacer, y en el país más loco del planeta, no le sigan la corriente, no se dejen arrastrar por su locura. Pues bien la locura ayuda a sobrellevar la carga de la vida, también puede sumarse a la desdicha", comenzó.

El texto, incluido en su libro Peroratas (2013), es uno de tantos donde Vallejo, furibundo amante de su país natal, como él mismo ha declarado, arremete con dureza contra la tierra de sus afectos. Tan famosos como sus libros son sus invectivas contra la Colombia que ahora lo ve regresar.

"La patria que les cupo en suerte, que nos cupo en suerte, es un país en bancarrota, en desbandada. Unas pobres ruinas de lo poco que antes fue. Miles de secuestrados, miles y miles de asesinados, millones de desempleados, millones de exiliados, millones de desplazados, el campo en ruinas, la industria en ruinas, la justicia en ruinas, el porvenir cerrado: eso es lo que les tocó a ustedes. Los compadezco. Les fue peor que a mí", continuó en su mensaje a los muchachos.

Para sus seguidores, los dardos de Vallejo contra su país entrañan la franqueza de quien no puede más que ser honesto ante los defectos de lo que se ama, con afán casi patriótico. Para sus detractores, el escritor no es menos que un desertor y un incitador al odio.

Predeciblemente, el discurso activó al instante a la legión de malquerientes...

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