Vecinos ecológicos

AutorTonatiúh Rubín

Residentes del fraccionamiento Club de Golf Bellavista, ubicado en Atizapán de Zaragoza, Edomex, aprovechan sus propios desechos orgánicos para elaborar abono natural.

"El principal objetivo es que este fraccionamiento sea limpio, que no haya químicos, venenos ni transgénicos, y que tampoco seamos un problema con la basura", sostiene Manuel Martínez, responsable del corredor ecológico de la Asociación de Colonos del Club de Golf Bellavista.

Al año, producen 90 toneladas de abono tipo bocashi con casi 200 toneladas de insumos orgánicos, que hace 10 años terminaban en vertederos, detalla Sylvia Noriega de Becker, encargada del Comité de Ecología de la agrupación vecinal.

Antes de comenzar a fabricar el producto, los camiones recolectores realizaban hasta 10 viajes cada semana a los tiraderos. Actualmente, son máximo cuatro viajes, comenta Martínez.

En otras palabras, los colonos disminuyeron el 60 por ciento de sus desperdicios que terminan en vertederos.

"El beneficio es grande: que (la basura) no llegue a un tiradero, ya no sale diesel para llevarla, ni llega a producir gases nocivos de efecto invernadero o líquidos lixiviados".

Paso a paso

1 SEPARACIÓN Y RECOLECCIÓN

Las 382 familias de la localidad separan la totalidad de su basura en tres grupos: orgánica, inorgánica reciclable e inorgánica no reciclable.

Carne roja, pollo, huesos y lácteos no son considerados en el grupo de orgánicos para evitar la proliferación de organismos patógenos o insectos en el proceso.

La separación es obligatoria y los colonos evitan el uso de bolsas de plástico para agrupar su basura.

Además de los desechos caseros, el camión de la basura recolecta restos de árboles, pasto, bambú y tierra que generan las áreas comunes.

Los elementos orgánicos son trasladados al corredor ecológico para su tratamiento, los reciclables se venden y los no reciclables se envían a vertederos.

2 ALMACENAJE

El pasto, restos de árboles, tierra y bambú se almacenan por más de ocho meses en pozos de degradación e inoculación, que pueden alcanzar una profundidad superior a los dos metros.

"Inoculación porque ponemos microorganismos para que estén trabajando y enriquezcan (el producto), y degradación porque la materia se va degradando", precisa Martínez.

La materia orgánica se dispone en capas de hasta 20 centímetros de grosor. En el fondo, se colocan ramas gruesas y troncos para formar una pequeña cámara de aire, que evita la humedad y la formación de bacterias. Las capas posteriores...

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