Ven en frivolidad costo de la libertad

AutorSergio Raúl López

El gran cambio ocurrido entre la España de la dictadura franquista y la monarquía republicana actual es la libertad de su sociedad, piensa Angeles Saura, quien considera a la frivolidad que apareció con ella una reacción lógica de gente que ha vivido muy oprimida.

"La expresión de los jóvenes, además de sus elementos libertarios, tiene mucho de banalidad, pero ése es uno de los costos de la libertad", señala la narradora madrileña.

Con rastros de la euforia que le provocó acudir a la Feria del Libro de Guadalajara, entusiasmada por la gran cantidad de familias y de infantes que acuden al evento librero donde presentó sus dos primeras novelas, La duda y El desengaño -en los sellos Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores-, la hermana del cineasta Carlos y del pintor Antonio incursiona en los terrenos literarios para cumplir con el dejo artístico que le otorga portar el apellido Saura.

Sin embargo, no acepta cargar con la fama heredada de sus hermanos al señalar que apenas comienza a dar sus primeros pasos en el mundo editorial. "No pretendo hacer una obra que marque nada, pero sinceramente no creo que quiera hacer una literatura fácil o de consumo. Me gusta el desarrollo de la palabra, que haya un ritmo y que los personajes no hablen solos, sino imbricados con otros".

De manera extraña, fue su segunda novela, La duda, la que apareció primero en librerías. Producto de la intensa relación que sostuvo durante la enfermedad que llevó a la muerte a su hermano Antonio, que le decidió a terminarla, la narración trata de la desesperación que asalta a un estudioso en arte antiguo tras toparse con una joven investigadora que desmiente sus investigaciones sobre el cuadro al que le ha dedicado toda su vida.

"Hace tres años fuimos al Museo del Prado a hacer una visita obligada con mi hermano Antonio, quien siempre se paraba delante de un cuadro que era un fetiche para él, el Felipe II adjudicado al pintor barroco español Sánchez Coello, y de pronto se descubrió que no era suyo, sino de una joven pintora italiana de la Corte, de nombre inverosímil y literario, Sofonisba Anguisciola", dice.

La anécdota le pareció un argumento estupendo para ligarla con la historia que comenzó dos años antes, El desengaño, pues en ambas los personajes hablan con el pasado, denuncian cosas de su presente y cuentan sus vidas, todo desde una reflexión interior.

Aunque "siempre había escrito", Saura confiesa que...

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