Venezuela: La revolución de Hugo Chávez

AutorJorge Ramos Avalos

Táchira, Venezuela.- No conozco a ningún Presidente que haga lo mismo que Hugo Chávez. Ante los ojos aterrados de su equipo de seguridad, el mandatario venezolano frecuentemente rompe el protocolo y se pierde en un mar de gente.

"Con Chávez tenemos un serio problema de seguridad", reconoció uno de sus ministros. Le recordé el caso del candidato priista a la Presidencia de México, Luis Donaldo Colosio, que fue asesinado en medio de una multitud en 1994. El ministro sólo alcanzó a decir: "Pero, ¿qué le vamos a hacer? Así es Chávez".

"¡Chááávez! ¡Presideeeeente!", le grita la gente y él parece disfrutar del espectáculo. El pregunta y recibe peticiones. Conversa y escucha problemas: que perdí mi casa por las lluvias, que no tengo empleo, que el alcalde o el concejal es un ladrón, que mi'jito está enfermo...

Pero, sobre todo, la gente lo toca. Mucho.

Contrario a lo que ocurre con la mayoría de los mandatarios latinoamericanos que conozco, a Chávez no le asusta el contacto directo con la gente.

Lo besan, lo abrazan, lo acarician, le tocan el pelo negro libre de canas, sin una sola muestra de resistencia por parte de Chávez. Durante el día que lo acompañé en una gira de trabajo a las poblaciones de La Fría y Guarumito, ni una sola vez noté que el Presidente se limpiara el sudor, la mugre y las manchas -a veces de lápiz labial- de sus múltiples contactos. Ni una.

"Tiene una energía positiva", me insistió una reportera ya convertida al chavismo. Lo que sí es cierto es que la energía de Chávez atrae papelitos. Cientos. Miles. Escritos a mano, con faltas de ortografía, en pedazos de revistas y periódicos, a colores, con fotos y llenos de esperanzas. Son las peticiones de la gente, como si Chávez fuera un semidiós y de un plumazo pudiera resolver todos sus problemas.

Chávez es un apasionado de su país y fanático de América Latina.

Además, dudo que tenga algún plan encubierto para su país como algunos me comentaron en Estados Unidos -"quiere llevar a Venezuela al socialismo"-. Pero en lo que sí coinciden todos es que el alma de Chávez se desborda por su boca. Habla mucho, dicen algunos de sus principales críticos: en mítines, en cadena nacional, con quien se le ponga enfrente.

Su estilo de gobernar

En una práctica que ya se ha convertido en ritual, Chávez viaja con varios de sus ministros al interior del país y les ordena -inmediatamente, in situ- atender casos particulares de personas que piden ayuda. Y a estas alturas, ya ni los ministros se sorprenden. Me tocó ver a varios de ellos tomar nota, humildemente, con pluma y papel, de problemas de gente que nunca en su vida había visto a un ministro y mucho menos hablado con uno. Esos casos, vale decir, generalmente se resuelven. Pero Venezuela tiene unos 18 millones de habitantes y no todos ellos tienen acceso a un ministro.

Este estilo de gobernar, fuera de Venezuela, fácilmente podría ser descrito como populista y demagógico. Pero aquí, a mucha gente con quien me topé le fascina.

Durante un acto público, Chávez se puso a leer en voz alta y con micrófono en mano, las pancartas y los letreros de los asistentes. Así, a los alumnos de la Unidad Educativa Pedro Antonio Ríos Reina que se quejaban de llevar meses sin un director, los puso a hablar con el ministro de Educación, y a los desempleados y damnificados con el encargado del Fondo Unico Social.

Los niños...

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