Viaja por ayudar; cumple anhelo (I)

AutorBrenda Friederichsen

Siempre estuvo interesado en ayudar a los demás. Por eso, desde pequeño empezó a hacer labores ltruistas.

"Con la escuela fui a la Sierra Gorda de Querétaro y desde ahí me llamó mucho la atención la necesidad de la gente y ver una realidad diferente a la mía", recuerda Carlos José Pérez.

Desde ese momento, la idea de vivir en África y conocer la realidad de ese continente fue como una infección que invadió los anhelos de ese joven de 27 años.

"Yo me seguí yendo de misiones, seguía metido en movimientos juveniles, pero para mi África siempre fue lo máximo en cuestión de necesidad humana, frente a la pobreza, al hambre", señala.

Sin dejar a un lado ese deseo, entró a la Universidad Iberoamericana para estudiar Comunicación, pero su espíritu humanitario lo llevó a enfocarse en trabajos escolares a favor de los demás.

Cuatro años después, y tras a un filtro riguroso, logró obtener el puesto de Coordinador de Comunicación Digital en la trasnacional Kraft Foods, selección que se hizo entre más de 4 mil jóvenes del País.

Con el viento en popa en su vida profesional, también encontró estabilidad en otros espacios: en el abrazo complementario de Angélica y el remanso que le dejaba esa mirada que podía ser eterna, y en un historial académico impoluto.

Pero el cielo se cerró intempestivamente. Angélica supo que lo amaba, pero no como para acompañarle en una travesía trasatlántica. La decisión implicaba cortar la estabilidad.

"Tenía a mi novia, que era el amor de mi vida; tenía un trabajo que era prometedor, que tenía mucha seguridad, me pagaban bien; pero al final, esas dos cosas fueron dos lastres que tuve que cortar para decidir irme a África", asegura.

Tras amputarse ese lazo, Carlos supo que ya nada se interponía en su sueño, por lo que empezó a buscar los medios para viajar.

"Durante dos o tres meses sentí que iba cortando con cosas y como que me estaba desprendiendo, empecé a vender cosas para conseguir dinero, como vender mi carro y con eso pagué mi boleto de avión.

"También regalé mis cosas, dejé mi cuarto vacío porque sentía que si no lo hacía así iba haber algo que me haría regresar y con lo único que me quedé fue con mi sueño", dice.

Después, conoció a un sacerdote en Toluca, quien le ayudó a contactar a las Hermanas del Verbo Encarnado, congregación...

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