Viajando Ligero / ¿Estrellas o diamantes?

AutorJimm Budd

Una vez más, la Secretaría de Turismo se puede hacer responsable de determinar cuántas estrellas merece un hotel; esa labor la abandonó hace casi 20 años asignándola a los hoteles mismos. Pero ahora tenemos una "casi" nueva Ley de Turismo, publicada en 2008, en espera de que se dicten reglamentos para que surta efecto. Entre esos reglamentos se cuenta el requisito de que la Sectur debe decidir cuán elegante o no es un hotel, e indicarlo con estrellas. Y eso es una tarea monumental.

Cuando Miguel de la Madrid vivió en Los Pinos, el Secretario de Turismo, Antonio Enríquez Savignac, tuvo la idea de clasificar a los hoteles de todo el País. Se les distinguió entonces, como generales de ejército, con estrellas.

El máximo eran cinco estrellas, aunque don Antonio permitió que algunos fueran mejores que eso y les asignó estatus de gran turismo. Es decir, seis estrellas. Las tarifas autorizadas en cada hotel dependieron del número de estrellas concedidas.

Y como alguien bien predijo, los problemas ahí no pararon. A nivel internacional, cualquier alojamiento que incluyera un cuarto de baño y una pantalla de televisión califica para una estrella. En México, por cinco estrellas, se esperaba mínimo minibar, la ayuda de maleteros y conserjes, servicio a la habitación a cualquier hora, más y más. Pero hubo otras dificultades. Las habitaciones quizá estaban alfombradas, pero con tapetes desgastados y manchados; las comidas podían no ser muy buenas. Incluso, hubo rumores de que inspectores de la Sectur estaban dispuestos a dar al hotel una determinada categoría a cambio de alguna recompensa.

Cuando Carlos Salinas de Gortari escogió a Pedro Joaquín Coldwell como Secretario de Turismo, éste pidió a la American Automobile Association (AAA) asumir la tarea de clasificación. Con la AAA haciendo lo propio en México, con inspectores bien pagados, el político decidió ampliar los servicios de la asociación y publicar una guía en español. Sólo que la AAA, en lugar de estrellas utiliza diamantes. Los funcionarios no se dieron cuenta que a algunos hoteleros no les pareció que extranjeros decidieran cuántas estrellas o diamantes merecían sus propiedades.

Fue Jesús Silva Herzog, durante el mismo sexenio, quien asignó el sistema de categorización a los hoteleros mismos.

Ninguno reclamó menos de tres estrellas. Hasta las cadenas que designan sus propiedades menos caras con la palabra "inn", las promueven con términos como...

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