Viajando Ligero / El lado cultural de Dallas

AutorJimm Budd

El clima en las próximas semanas es especialmente agradable en Dallas, ni frío ni calor. La mala noticia es que la temporada americana de futbol ya terminó y la de béisbol inicia hasta abril. Sin embargo, sirve como el pretexto idóneo para caminar por el Distrito de Artes de Dallas.

Admirar arte y aprender su cultura generalmente no vienen a la mente cuando uno piensa en Dallas, pero esto es algo que los residentes buscan cambiar. Para empezar, el Distrito de las Artes, con sus 18 manzanas, es el más extenso espacio de arte en Estados Unidos, y como está en Texas, todo es especialmente grande.

Demasiado grande, dirían algunos. Así que para sentirse en casa, o simplemente no perderse, lo mejor es reservar con anticipación (antes de llegar a Dallas) un guía para conocer la zona a pie. Los recorridos duran 90 minutos y abarcan alrededor de cinco kilómetros, un dato que hay que saber especialmente para quienes no les guste caminar.

El paseo guiado inicia en la Catedral Santuario de Guadalupe y sigue por un jardín de esculturas, el Centro de la Sinfónica Morton H. Meyerson, el Museo de Arte de Dallas, el Centro Trammell Crow y su colección de arte asiático y el nuevo centro para las artes escénicas.

¿Arte en Dallas? Sí, quizá la invitación sea para echarse a reír, pero hay que recordar cómo los impresionistas y los demás artistas que los siguieron fueron despreciados en su momento, así que mejor reconsiderar esta otra faceta de la ciudad texana.

Y lo mejor en el Distrito de las Artes es que siempre está pasando algo. O casi siempre. Pero hay que investigar con anticipación en su página oficial, donde la programación se actualiza constantemente.

Durante el paseo, pronto se descubre que la arquitectura es notable, en parte porque casi toda es nueva. Como referencia, mientras en México Porfirio Díaz estaba por celebrar el primer centenario de la República, Dallas apenas estaba naciendo: el petróleo y el comercio ayudaron a que lo que había sido una aldea se convirtiera en una ciudad.

Pero, para 1960, el centro de la ciudad empezó a decaer. Los centros comerciales, con su variedad de tiendas y restaurantes y múltiples cajones de estacionamiento, atrajeron a las multitudes hacia afuera de la ciudad. Ejecutivos, ayudantes y secretarias todavía trabajaban en las torres de oficinas, pero una vez que la jornada terminaba, estos asalariados querían tomar el elevador más rápido para salir de ahí...

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