Viajando Ligero / Mayas en Acapulco

AutorJim Budd

Al final de la autopista que lleva a Acapulco Diamante, las torres de tiempo compartido y de condominios del Mayan Palace se alzan como Oz en el Camino de Ladrillos Amarillos. A cada lado de ellas, desde el Fairmont Princess y el Pierre Marques hasta allá afuera más allá del aeropuerto hacia Tres Vidas, más proyectos de condominios y de tiempo compartido apuntan al cielo. El complejo del Mayan Palace, en 84 hectáreas, fue uno de los primeros y es el más grande de todos.

Las grúas de la construcción gritan su desafío a cualquiera que afirme que Acapulco ya no está de moda. Los que ya no están de moda, quizá, son los hoteles tradicionales. Años han pasado desde que el último se inauguró en Acapulco. Los condominios y las unidades de tiempo compartido, en cambio, siguen brotando. Según avizora el futuro el señor Víctor Sotomayor, gerente de operaciones del Mayan Palace de Acapulco, esta es la nueva tendencia de las vacaciones. En unos cuantos años, predice, las familias poseerán unidades de tiempo compartido en la misma forma en que hoy poseen un automóvil.

Inversión vacacional es el nombre que muchos de la industria prefieren darle al sistema de tiempo compartido. Alegan que poseer es mejor que rentar. Originalmente la idea era dividir en 52 segmentos la posesión de algo que en otra forma podría ser un apartamento en condominio. Cada comprador tendría el derecho a usar su segmento durante un periodo específico cada año. El tiempo compartido se ha vuelto después bastante más sofisticado. Ahora se dispone de muchos planes distintos, muchos más de lo que se puede esbozar aquí. Uno de los rasgos más atractivos es un sistema de intercambios que permite a un propietario de Acapulco canjear su semana por la de otro propietario en Cancún o en Tahití o en otro lugar por el estilo.

¿Y por qué es mejor poseer que rentar? Porque es más barato. Las tarifas hoteleras están en continua alza, pero una vez que se adquiere un tiempo compartido, el único costo que puede subir es la cuota de mantenimiento. El precio en sí es razonablemente bajo porque el constructor se arriesga menos. El objetivo es vender tantas unidades como sea posible antes de terminar la construcción. En un hotel ordinario pueden pasar diez años antes de que los inversionistas recuperen su dinero y empiecen a tener ganancias. Las cadenas hoteleras gastan grandes cantidades cada año en comercialización. En el sistema de tiempo compartido, todo lo que hace falta es una venta. Los ejecutivos...

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