Viajando Ligero / Sigue los consejos de los que saben

AutorJim Budd

El mundo, como habrás oído, está cambiando. Hasta mediados del siglo pasado, digamos por 1950, buscar un hotel en una ciudad extraña era un juego de azar. Con suerte, algún amigo te recomendaba un buen sitio para hospedarte o podías encontrar uno que otro consejo en las guías o libros de viaje, aunque siempre pasa cierto tiempo en lo que se escribe y publica uno de estos ejemplares, y durante este lapso pueden presentarse varios cambios.

Con el crecimiento de las cadenas de hoteles, los viajeros supieron mejor lo que podían esperar. Hoteles originalmente parecidos, que eran propiedad de una sola compañía, surgieron como cadenas en Estados Unidos.

Conrad Hilton se volvió el hotelero más famoso del mundo. Sus propiedades pretendían atraer a los ricos, aunque no fueran necesariamente los famosos. Posadas más modestas -los moteles-, abiertas a lo largo de las autopistas, daban alojamiento, lo que era no solamente cómodo, sino relativamente más barato. Algunos de estos establecimientos resultaron maravillosos; otros horrorosos.

Las franquicias como Quality y Best Western daban cierta garantía de excelencia. Aunque eran propiedades individuales, todas satisfacían ciertas normas mínimas. En 1952, Kemmons Wilson abrió el primer Holiday Inn. Los que siguieron fueron construidos según las especificaciones de Wilson, ofreciendo a los viajeros, en sus propias palabras, servicios "Sin sorpresas".

Los europeos evitaban las sorpresas estableciendo una graduación en los hoteles. Cinco estrellas significaba un lugar superior al mejor. En Estados Unidos, la American Automobile Association empezó a calificar los servicios usando diamantes. Los dueños de los hoteles temblaban al enterarse de que algún inspector de AAA estaba en su edificio.

México inició un sistema de estrellas hace unos 30 años; entonces, la Secretaría de Turismo emitía las estrellas. El sistema demostró no ser del todo satisfactorio, puesto que, para otorgar "los astros", se basaban únicamente en el aspecto físico. Un sitio podía estar sucio y el personal ser avinagrado, y esos detalles parecían no importar, pues le daban cuatro estrellas por el sólo hecho de contar con televisión de color y ofrecer champú en el cuarto de baño.

Eventualmente...

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