Un viaje en el tiempo

AutorMax Nogueira

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Amanece. El maquinista anuncia la partida y los vagones empiezan a rodar sobre las vías rumbo a Campeche. Desde muy temprano, el Expreso Maya se convierte en un túnel del tiempo. Son cinco días para sumergirse en mil años de historia.

La ruta va desde Palenque, en la selva chiapaneca, hasta Chichén Itzá, en Yucatán. Recorre sitios mayas como Uxmal y Edzná, además de Mérida, Izamal y la capital campechana. Para este año y el siguiente tendrá dos salidas cada mes.

El tren utiliza la antigua ruta de carga, por lo que las estaciones del ferrocarril no tienen mucho que presumir. Al subir, es evidente la otra cara de la moneda. Lujo a primera vista. Los asientos son amplios y confortables. En cada uno hay una cobijita, excelente detalle para contrarrestar la temperatura a la madrugada y el aire acondicionado.

Apenas unos minutos andando y el arrullo industrial de las ruedas sobre los rieles envuelve la aventura. Hay quienes se acurrucan en su asiento como osos hibernando para olvidar la desmañanada.

Otros prefieren poner la mente en blanco y disfrutar del paisaje por la ventana. El mensaje es muy claro: el descanso es una obligación durante este recorrido.

Este primer tramo del viaje dura más de 12 horas, pero es ideal para aprovechar la experiencia a bordo de los vagones terracota. Un libro es un buen acompañante.

Mérida vendrá en unos días, hacia el final de la ruta, pero se puede ir saboreando con los arcos de herrería y los pequeños faroles que ambientan el carro comedor.

Es un restaurante de lujo de forma alargada que lleva el mismo nombre de la capital yucateca. Su servicio es de primera e incluye los malabares que los meseros de guayabera blanca hacen para servir en movimiento. Pon atención durante el desayuno, tu omellete de champiñones va acompañado de la vista aérea del río Usumacinta desde un puente.

En plena travesía, el bar rodante del Expreso Maya sirve de escenario para continuar la expedición milenaria acompañado de una copa y unas deliciosas botanas.

Durante una hora, Elías, guía del tour, aprovecha los cómodos sillones para transportarte a la era prehispánica con imágenes y mapas. Ahí mismo encuentras juegos de mesa y libros de fotografía a tu disposición para pasar un buen rato.

El día continúa y el tren no para. Pequeños pueblos del México rural hacen imaginar su historia lejos de las complicaciones en las grandes ciudades. Es difícil resistir la tentación de agitar la mano. Los niños siempre tienen tiempo para...

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