La 'vida' después del socavón

AutorCésar Martínez

FOTO: ÓSCAR MIRELES

CUERNAVACA.- "Tito carnay me accidente / Aqui en la pista / Me cai a aun socabon como de dos metros", le escribió Juan Mena Romero a un compañero de trabajo a las 5:34 horas del 12 de julio pasado.

Ese apresurado mensaje fue el primer llamado de auxilio que hizo el hombre de 36 años, luego de que el auto en el que viajaba con su padre cayera en un agujero que se abrió sobre el Paso Exprés de Cuernavaca. Después habló con su pareja, Esmeralda, quien a las 5:38 llamó a los servicios de emergencia.

Tito le respondió a Juan 18 minutos después del primer mensaje; le dijo que ya había llamado al 911 y le preguntó cómo se encontraba. Pero su amigo no respondió.

Luego le pidió, sin éxito: "contesta padre". Y, lo último que le escribió, a las 5:58 horas, fue: "va gabriel para ya".

Los mensajes de WhatsApp quedaron registrados en el celular de Juan, un teléfono gris que su hermana Sonia muestra en el comedor de su casa, donde no hay más que una mesa y un refrigerador viejo, en el cual ha pegado una fotografía familiar.

Se calcula que Juan y su padre cayeron a las 5:30 horas en el socavón que se abrió en el kilómetro 93+857 de la vía federal, en el sentido que va de Acapulco hacia la Ciudad de México, unos metros adelante del Conalep de la Colonia Chipitlán de Cuernavaca.

Aunque los forenses determinaron que padre e hijo aguantaron entre 90 y 120 minutos sepultados en su auto por la tierra, el vehículo con los cuerpos fue rescatado hasta después de las 14:30 horas. Para entonces, habían muerto por asfixia.

"Fue muy desesperante, porque tantas horas y dices tú: ¿pues qué pasó?, ¿cuándo los van a sacar?", recuerda Sonia, quien aún se pregunta por qué los rescatistas no habilitaron una toma de aire.

"Se supone que los cuerpos de rescate están lo suficientemente capacitados para auxiliar, pero lamentablemente no fue así", reprocha, con su madre a un lado y su hijo Juan de 6 años asomándose tímidamente atrás de ella. Ahora, ellos tres son los únicos que viven en su casa de la colonia Capiri, en el municipio morelense de Emiliano Zapata.

A cinco semanas de la muerte de Juan Mena Romero y Juan Mena López, en una autopista federal que costó el doble de lo programado cuando se concesionó, la familia no ha recibido una reparación del daño, las autoridades no han señalado un responsable y el socavón sigue abierto, en lo que se termina de construir un viaducto en la zona del desastre.

"Se siente uno muy impotente, porque bueno, (los funcionarios) ni siquiera se tientan el corazón, porque no fueron familiares de ellos. Si hubieran sido familiares de ellos, sería diferente tal vez", comenta Sonia entre lágrimas.

Luego tacha de burla el millón de pesos que les ofrecen la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y el consorcio constructor Aldesa y Epccor por cada uno de sus familiares muertos. Dos millones de pesos en total por la muerte de quienes eran el sustento de la familia.

"Ni mi padre ni mi hermano son, o fueron, unos perritos cualquiera que, así nada más porque sí, no valieran. Eso es una burla", dice, ahora con más rabia que tristeza.

Desde el 12 de julio, explica, se sostienen con la ayuda...

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