Empeñan la vida por filmar

AutorCésar Huerta

En 1984, Benjamín Cann decidió que ya era tiempo de filmar De Muerte Natural, su segundo largometraje; y para financiarlo, vendió su departamento en la Condesa, donde vivía con su familia, al igual que su auto Caribe, con el que llevaba seis años.

Luego convenció a Angélica Aragón y a Ana Ofelia Murguía de que actuaran sin cobrar, y su entonces esposa aceptó hacer la comida para toda la producción durante el rodaje.

Al final, el precio de su sueño fue alto: además de quedarse sin casa ni coche, su pareja lo dejó. La película se enlató porque no pudo conseguir dinero para el transfer de 16 a 35 milímetros, y él se puso a dirigir telenovelas para vivir.

"Vendí cosas, y mi vieja me dejó; claro, no fue precisamente por el rodaje, sino porque llevaba un año de casi no verla, porque estaba metido en la preparación de la película.

"En la filmación nos echó la mano, pero después ya no aguantó, no la culpo, pocas personas pueden aguantar todo esto. Si varios directores hacemos eso, es porque sabemos que es la única forma de levantar, en muchas ocasiones, un proyecto", cuenta.

Once años después, la película tuvo una pequeña corrida comercial, gracias a que Bruno Bichir, su amigo, dio dinero para sacar una copia.

En 1999, Cann volvió al cine para dirigir Crónica de un Desayuno, que financió Bruno Bichir, donde el elenco encabezado por María Rojo, Héctor Bonilla, José Alonso y Fabiana Perzábal, tampoco cobró.

No tuvo que poner dinero esta vez, pero cuando la película comenzó a ir a festivales como los de Berlín y Portland, de su bolso se pagaron los volantes y parte del transporte.

"En el cine yo nunca he cobrado un quinto, nada de sueldo como director. No creo que esto se vaya a resolver en el futuro, por eso, aplaudo a gente como Arturo Ripstein (Así es la Vida) y Jaime Humberto Hermosillo (Exxxorcismos), que tienen los huevotes para seguir en esto", dice.

Así como Cann, varios cineastas mexicanos han tenido que hacer sacrificios para rodar una película.

Luis Mandoki, uno de los cineastas mexicanos que han logrado un lugar en Hollywood (Cuando un Hombre Ama una Mujer), dio clases de tenis y vivió en el cuarto de servicio de su nana antes de poder rodar Gaby: Una Historia Verdadera, que lo impulsó a la Meca del Cine.

También aceptó ingresar a una compañía productora de filmes de bajo presupuesto, y realizó La Noche del Califas, El Tráiler Asesino y El Rey de la Vecindad, que le valieron burlas de algunos de sus colegas.

"De 1976, cuando llegué de...

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