Una vida de tesón

AutorYanireth Israde

"El que porfía mata venado, sentencia el historiador Miguel León-Portilla. El refrán acompaña la anécdota de su ingreso, en los años 50, al doctorado de filosofía de la UNAM para dedicarse al estudio del pensamiento náhuatl.

Cuando inició el trámite y expuso su interés académico ante el director de la facultad, el zacatecano Francisco Larroyo, filósofo neokantiano, éste replicó con azoro:

"¡¿Qué? ¿qué?!? ¿A poco los indios piensan? Mire compañero, estudie otra cosita mejor. A ver dígame: ¿cómo es el pensamiento náhuatl?.

León Portilla le recitó un poema náhuatl: "¿Acaso somos verdaderos los hombres? ¿Acaso podemos decir palabras verdaderas? ¿Acaso podemos dar un rumbo al corazón?. Después reviró: "¿No le parecen preguntas filosófico poéticas?.

Aunque Larroyo aceptó inscribirlo, una empleada de Servicios Escolares, aturdida por las palabras en náhuatl que León-Portilla le dictaba como parte de las materias que cursaría, huehuehtlahtolli por ejemplo, rehusaba registrarlo.

Después de negarse reiteradamente, León-Portilla le dijo un día que se sentía descompuesto, que le acercara una silla. Ella lo hizo, alarmada. Una vez en el asiento, la retó:

"¿Qué va a hacer usted ahora?. Porque yo me voy a quedar aquí, si es necesario un año, hasta que arregle esto. Encolerizada, la mujer lo inscribió. "El que porfía mata venado, insiste el investigador emérito de la UNAM, durante una charla de octubre de 2014, cuando recibió un reconocimiento de la UAM Xochimilco.

León-Portilla, quien hoy festeja sus 90 años con un homenaje en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, conoce bien la persistencia, la porfía. Es la perseverancia uno de sus rasgos más destacables, señala el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, estudioso del legado mexica.

"Había gente en la Universidad que consideraba una locura pensar en una filosofía náhuatl; sin embargo, Miguel sigue adelante, se gradúa y demuestra que, como todos los pueblos de la tierra, los nahuas tenían una vision del universo y una filosofía.

Otro desafío le reclama temple en 1992, cuando le encomiendan la conmemoración del quinto centenario de lo que se denominaba entonces "descubrimiento de América, recuerda el investigador emérito del INAH.

"Tiene que enfrentar el pensamiento, arraigado en varios países, de que vinieron a descubrirnos. Plantea entonces un término que tiene mucha profundidad: el encuentro de dos mundos.

Originario de la Ciudad de México, donde creció en la calle Joaquín...

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