Videoarte Mexicano: Plato fuerte del arte contemporáneo
| Autor | Jaime Reyes Rodríguez |
Según algunos de sus protagonistas, la producción en México de arte en video podría calificarse como muy rica, potencialmente explotable y exportable, pero desorganizada y poco interconectada.
El videoarte, después de varias décadas de lucha por vencer la marginación y por imponerse como manifestación artística, ha logrado finalmente un lugar destacado e irrebatible en el contexto del arte contemporáneo, como el plato fuerte de la plástica.
Sin embargo, el videoarte sigue siendo una disciplina desconocida para la inmensa mayoría del público mexicano, aunque expertos lo consideran el futuro del fenómeno artístico, como lo demuestra la inclusión de departamentos de artes audiovisuales en los museos de México y el mundo.
Junto con esto, el progresivo desarrollo de las tecnologías digitales abre otros caminos, tanto a nivel técnico como de lenguaje artístico, hecho que genera un replanteamiento fundamental en la estética de las obras, el papel de los artistas y el espectador, y los modos de exhibición.
El curador independiente David A. Ross, parafraseando al coreano Nam June Paik, pionero del videoarte, ha dicho que la sociedad no necesita más arte tecnológico, sino arte para la era tecnológica, lo cual no significa que las obras deban ser rigurosamente tecnológicas.
Diez videoartistas mexicanos hablan de la situación de esta disciplina en el País, los problemas comunes de estos creadores, las tendencias en tecnología y contenidos en la obra actual y, en general, del rumbo del videoarte en México.
El Caso Mexicano
El videoarte en el País está a nivel de cualquier otro en el mundo, asegura Andrés Castañeda.
"Es diverso, y con rasgos propios que lo caracterizan entre el videoarte de otros países, incluso entre latinoamericanos".
El video mexicano tiene un sello distintivo que no es copia de lo que sucede en otros países, y esto lo hace auténtico, agrega Alfredo Salomón.
La contemporaneidad del videoarte ha conquistado tanto espacios tradicionales como no tradicionales para la expresión artística, explica Sarah Minter, que van desde museos, galerías, teatros, salas de cine, discotecas, bares, casas, hasta eventos como conciertos, fiestas públicas y privadas, y espacios virtuales como Internet.
"En esta época de mutación de fronteras, el video es por excelencia un medio fusionador de las diversas disciplinas artísticas", agrega.
El videoarte en México es un soporte artístico que ha alcanzado un nivel importante de independencia con respecto al trabajo hecho por las primeras generaciones de artistas del video en México, expresa Georgina Bringas.
"El trabajo actual ha logrado investigar y desarrollar el video como soporte en donde se incorporan diferentes tipos de lenguajes, que pueden ser investigaciones plásticas, narraciones, documentos, animaciones y videoinstalaciones, entre otros", dice.
Sin embargo, para Fabián Castro el videoarte no es más que un juguete que está de moda.
Lo cierto es que, a pesar de la importancia de las piezas y los artistas, el videoarte mexicano es ignorado, comenta Roberto López.
"Así lo calificaría, de primer nivel, pero ignorado; qué raro, en México casi nunca se dan situaciones así", ironiza.
La producción nacional es muy rica en cuanto a posturas, técnicas e intenciones, dice Fernando Llanos, pero lo que falta son canales para poder tener repercusión en otros espacios, además de estar informados sobre lo que se ha hecho y se está haciendo en otras partes.
"Esto me hace pensar que se podría calificar la producción de arte en video del País como muy rica, potencialmente explotable y exportable, pero de momento desorganizada y poco interconectada", comenta.
Hay un boom del video en el arte contemporáneo mundial, asegura Antonio Arango, y diversos artistas de diferentes disciplinas están trabajando con el video como una herramienta complementaria a sus obras habituales.
"Sin mucha técnica ni conocimiento pleno en el audiovisual, los resultados son frescos, honestos e interesantes por la mirada con origen en otras disciplinas, por lo que todavía existe mucho por proponer", dice.
En México hay de todo, opina David Martínez, desde trabajos muy buenos hasta trabajos sumamente malos.
"Pero a pesar de todo le falta mucho por crecer, y eso es bueno, pues nos da la oportunidad de crear nuevos caminos, sólo espero que seamos lo suficientemente valientes como para crearlos", puntualiza.
Problemas por Resolver
Los videoartistas enfrentan los mismos problemas que cualquier otro artista en este país: falta de espacios, escasez de un público crítico y participativo, insuficientes apoyos a proyectos de investigación, producción y difusión, falta de profesionalización por parte de algunos integrantes del gremio y de organización por parte de los ya profesionalizados.
Aunque existe un boom del videoarte en México, no existen suficientes espacios para promoverlo, dice Andrés Castañeda.
"Muchas veces son galerías que ofrecen videoarte sólo porque está de moda y porque muchos artistas plásticos de moda se han volcado a él, mas no por convicción", dice.
Además, Castañeda agrega como problema la falta de instituciones que apoyen la producción videoartística.
"Como ejemplo tenemos la UPX, que siendo una institución que se supone apoya al videoarte, no lo ha logrado debido a una pésima dirección", comenta.
La política cultural en México siempre ha sido extraña hacia el videoarte, opina Héctor Domenico Cappello.
"Por un lado están las becas para jóvenes creadores en las que muy correctamente el videoarte pertenece al rubro de las artes plásticas; después de eso, todos los demás apoyos que vienen del Estado carecen de la misma especificidad, cayendo en el rubro exclusivo de los medios audiovisuales, en los que siempre ha imperado la visión de los cineastas o productores de televisión, cuya visión es muy distinta a la de los artistas plásticos que crean videoarte o nuevos medios electrónicos", dice.
Pero el problema fundamental es que el...
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