'Vine a buscar a un tal Juan Rulfo'

AutorJosé Arrieta

Seguir la huella de un escritor equivale a encontrar los caminos por los que pasean los fantasmas. No importa si es discreto o un rockstar de las letras, elaborar un itinerario basado en su vida es tratar de humanizar a quienes, según Ernesto Sábato, tienen como encomienda hablar directamente con los dioses.

Si además el escritor al que se busca es Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, la misión se encuentra con una dificultad superior. Según una entrevista concedida a Joseph Sommers en 1973, Rulfo jamás empleó datos autobiográficos en sus obras, por lo que no existen trazos límpidos de su vida que salten a los libros.

El personaje inspira, pero lo que alienta en realidad es ese sentido etéreo de que Rulfo, como sus personajes, están atrapados en el paisaje, en algún espacio entre la memoria y la fantasía. No queda más que calzarse las botas e ir a buscarlo.

Entre el silencio y la sal

En tiempo, son alrededor de dos horas en transporte público las que separan a Guadalajara de Sayula, en el corazón rural del sur de Jalisco. Sin embargo, los paisajes, la gente, e incluso el clima, hacen que la distancia parezca aún mayor.

La carretera que une Guadalajara y Colima parte en dos la laguna de Sayula, seca por la temporada, pero rica en salitre, lo que inspiró el nombre original de la zona: Sotyólmet, que se traduce como "Lugar de moscas".

Juan Rulfo no nació aquí, contra lo que constaba en las biografías oficiales de hace algunos años. Lo que sí es cierto es que aquí fue registrado, pues a principios del siglo pasado, era una de las localidades más grandes de la comarca. Una copia de su acta de nacimiento es una de las mayores joyas del lugar.

Pocas cosas conocíamos de Sayula: la fama de sus cuchillos, forjados por don José Ojeda y sus herederos desde hace cuatro décadas, y cuyos detalles arabescos son buscados por coleccionistas nacionales e internacionales, las cajetas artesanales y la referencia a una leyenda nada rulfiana: la del ánima de Sayula.

"Uy, joven, dicen que se aparece por allá, por el panteón; pero váyase con cuidado, que dicen que quien la encuentra le agarra gusto", dice, risueño, Ramón, un vecino de la localidad con el que desciendo del autobús.

La historia cuenta la desgracia de un tal Apolonio Aguilar que, abrumado por la pobreza, decide encarar a un espectro que asolaba el camposanto de Sayula y el cual, a cambio de tener sexo con el aparecido, le garantizaba riqueza. El poema satírico, publicado por primera vez entre...

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