Vinos / A los 20 años

AutorRodolfo Gerschman

La semana pasada Reforma cumplió 20 años y mi columna también. Y el periódico organizó una cata para suscriptores de vinos mexicanos. Para mi eso tuvo algo de simbólico. Lo voy a poner así: hace 20 años se consumía muy poco vino en México, alrededor de 150 mililitros por habitante. Y hace 20 años eran más quienes no creían -incluidos algunos de sus productores- en el vino mexicano.

Que suscriptores del periódico acudan ahora en masa (yo creo que había más de 100 personas) a catar vino mexicano expresa con elocuencia el viraje que ha dado la situación del vino en general y la del mexicano en particular. Se cataron en la ocasión productos de tres bodegas, Fraternidad, Ulloa y Finca La Carrodilla, elaborados por enólogos -José Luis Durand, Reynaldo Rodríguez y Andrés Blanco- que hace 20 años tal vez estaban apenas ingresando a la secundaria o postulándose para la universidad.

Menciono esto no para menoscabar su madurez sino, por el contrario, para dar una idea de la madurez de nuestra enología y el drástico cambio del panorama. Además de ellos hay otros jóvenes enólogos de los cuales apenas se está comenzando a hablar, como Alberto Rubio, Daniel Lonnberg, Thomas Egli o Sebastián Suárez. Y el cambio más radical está en el aprecio que han ganado sus vinos entre los consumidores.

Para quienes desdeñan el beneficio de la competencia, el vino pone en evidencia que un mercado abierto es condición esencial para progresar en calidad y consistencia. Los productores mexicanos han hecho esfuerzos para mejorar.

No creo, como algunos apóstoles de la causa, que sea por el bienestar de la nación y los derechos de los consumidores. Lo hacen pensando en el bienestar de sus empresas y en conseguir mejores productos que los posicionen más rápido en el mercado. Pero bienvenidas esas motivaciones o cualquier otra: lo cierto es que los aficionados al vino somos ganones.

En estos últimos meses he estado siguiendo a las bodegas que se inician en la elaboración de vinos orgánicos y biodinámicos, algo impensable hace 20 años. Cuento entre ellas a Casa Madero, que el próximo año lanzará sus Cabernet y Chardonnay orgánicos; en Finca La Carrodilla y en Viñas del Sol (ambas asesoradas por el enólogo Reynaldo Rodríguez), empresas entregadas en cuerpo y alma, con una disciplina notable, a la aplicación de los métodos biodinámicos.

Estos esfuerzos son epítome del cambio que ha habido en el vino...

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