Vinos / Los Adobe Guadalupe

AutorRodolfo Gerschman

Ante todo quiero agradecer a todos aquellos que optaron por puentearse este fin de semana, abrazando la ya inexistente oficialidad del Día de Muertos, ya que los que nos quedamos pudimos convertir la penuria habitual de recorrer la Ciudad en un placer fluido.

De los eventos de la semana pasada, resalta la cata de vinos de Adobe Guadalupe en el restaurante Entrevinos. Estuvieron en ella Hugo D'Acosta, el enólogo que está a cargo de la elaboración del vino, y los propietarios de la bodega, Donald y Tru Miller.Se trata de una de las vinícolas más interesantes del Valle de Guadalupe, entre otras cosas por la consistencia de su proyecto y también -como parte de esa consistencia-, por su concepto integral, que incluye un pequeño hotel de seis habitaciones en una casona que destaca por su belleza en formato californiano con detalles mexicanos.

Demás está decir que las maneras para quien se quede en el hotel son informales: desayunará o comerá en una amplia cocina con los dueños de la bodega, y podrá degustar platillos caseros -prepararlos también- con vinos de la casa. La primera vez que probé uno de sus vinos, hace ya unos dos años en las Fiestas de la Vendimia, me sorprendió por la diferencia de aromas con otros de la zona y también por su potencia y concentración.

Ya luego visité la bodega, rodeada por viñedos que se extienden sobre una superficie de 26 hectáreas. Al comienzo recuerdo que los Miller no pensaban en tener una bodega propia, sino más bien maquilar con alguna de los alrededores. Luego, tal vez por la influencia de Hugo D'Acosta, que comenzó a elaborar sus vinos desde 1998, terminaron poniendo sus propios tanques y barricas. Los tanques son de acero inoxidable, pequeños para poder vinificar lotes por separado, y las barricas actualmente son francesas y americanas.

Los nombres de sus vinos son tan distintivos como el contenido de las botellas: los tintos Kerubiel, Serafiel y Gabriel, y el rosado Uriel. Son, como habrán observado, nombres de ángeles. Y en el centro del viñedo está también la escultura del ángel que recuerda a un hijo desaparecido de esta pareja de californiano y holandesa. En lo que respecta a los vinos, gran parte de la diferencia nace de las cepas utilizadas, una mezcla de uvas originarias del Ródano con otras de Burdeos.

Sobre la aclimatación de las cepas del Ródano en Baja California (Grenache, Syrah, Carignan, Viognier), creo ya haber especulado en este mismo espacio acerca de las similitudes de clima y a veces...

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