Vinos / El juicio de París

AutorRodolfo Gerschman

Abundan ejemplos de acontecimientos que por azar se convirtieron en históricos; que nacieron sin ambiciones y las circunstancias terminaron poniéndolos en ese lugar.

Algo así sucedió con la Cata de París, que tuvo lugar en 1976. Hace algunas semanas tuve la ocasión de evocar aquel acontecimiento y sus secuelas con su protagonista, Steven Spurrier.

Las credenciales de Spurrier en 1976 no eran particularmente impresionantes: provenía de una familia inglesa acomodada, tenía 34 años, desde 1970 era propietario en París de la tienda de vinos Les Caves de La Madeleine y antes había sido "trainee" en la compañía londinense Christopher and Co.

Regresó a Londres en 1988, previa fundación en París de la Academia del Vino. Y desde entonces acumuló reconocimientos como periodista -es columnista de la prestigiosa revista Decanter- y consultor.

Dirige el curso de la casa de subastas Christie's (The Christie's Wine Course) y ha ganado varios premios por sus artículos, además de haber recibido el de la Academia Internacional del Vino.

Pero sin duda el acontecimiento que lo hizo conocer, y le granjeó amistades y enemistades, fue lo que se conoce como El Juicio de París. Atraído, cuenta, por la calidad de un vino californiano que llegó a sus manos a través de un cliente, decidió organizar una cata a ciegas en la que compitieran vinos americanos contra franceses.

Para ello reunió a 11 expertos, de los cuales nueve eran franceses, entre ellos Odette Kahn, directora de La Revue du Vin de France. Éstos, convencidos de la superioridad de sus vinos, celebraron aquello que por su calidad les parecía indudablemente francés. Pero al momento de descubrir las botellas descubrieron, también, que le habían dado el triunfo a los californianos.

Los mejor puntuados fueron Château Montelena Chardonnay 1973 en blancos y Stag's Leap Cabernet Sauvignon del mismo año en tintos, en competencia contra grandes blancos de Borgoña y Grandes Crus de Burdeos.

Los resultados sorprendieron incluso a Spurrier, quien asegura que todo parecía estar a favor de los franceses. "Nadie hubiera pensado, y yo menos, que unos vinos californianos sin mayor fama batiesen a algunos de los mejores ejemplares de la enología francesa", asegura.

La presunción de inocencia no le sirvió para evitar los ataques galos. Incluso un juez...

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