Vinos / Visita a Colchagua

AutorRodolfo Gerschman

SANTA CRUZ, Chile.- Estilo pin pon, después de un breve rebote en México, estoy nuevamente en Chile, para una visita largamente postergada al valle de Colchagua. Tenía el pendiente de conocer más a fondo lo que los lugareños han bautizado "La ruta del vino", algo que curiosamente sólo existe en esta región, aún cuando el país cuente con muchas más, algunas incluso más famosas.

Antes de Colchagua, que comienza a unos 150 kilómetros al sur de Santiago, está por ejemplo el valle de Maipo, pegadito a la capital, quizás el más conocido porque su nombre está indisolublemente ligado al de algunas de las bodegas más grandes del país, como Concha y Toro o Santa Rita.

Aunque es difícil establecer una cronología, dos cosas que para mí, en cambio, han nacido junto con la fama más reciente de Colchagua es, por un lado, el concepto "viña boutique" (con todas las diferencias respecto a como lo entendemos aquí, pues las producciones son superlativamente diferentes), aproximadamente entre fines de los setenta y comienzos de los ochenta, y por el otro la expansión de la frontera vinícola chilena.

Cambio de paisaje

Hay también un cambio en el paisaje vinícola. La expansión es también hacia arriba: lo constato en este viaje, que se desarrolla en gran parte en las cimas de los cerros, a diferencia de otros, que han transcurrido apaciblemente entre tradicionales y apacibles valles rebosantes de parrales.

Lo cierto es que Colchagua tiene algo, como paisaje y como ambición, de Napa Valley. Tal como me lo había dicho Douglas Murray, de Viña Montes, hace algunos años, cuando su bodega comenzaba el proyecto de Apalta: "dicen que esta zona será el Napa de Chile". Ahora, con tiempo de por medio, siento que se está aproximando, de a pasitos.

Una de los signos de que tal cosa está sucediendo es que casi todas las bodegas ya están diseñando sus instalaciones en función del turismo. En algunas ese diseño cubre las necesidades elementales: sala de catas, circuitos establecidos, relacionistas públicos para guiar a los visitantes.

En otras, como en el caso de viña Santa Cruz, la cosa toma dimensiones extravagantes: un teleférico para transportarlos hasta la cima de un cerro, 300 metros arriba, desde el cual se domina todo el viñedo; reproducción de la escultura ícono de Isla de...

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