Vinos / Con vista al mar

AutorRodolfo Gerschman

Pasar cuatro días en Cancún sin pisar la playa es todo un récord... de masoquismo. Cada mañana despertaba decidido a realizar ese sueño que allá no es sueño o, de mínima, dar unas brazadas en la alberca. Nunca hubo tiempo de proezas acuáticas. Y es que el festival al que asistí (Wine and Food Cancún Riviera Maya) y en el que participaron chefs junto a enólogos y propietarios de bodegas, era de horario diurno, vespertino y nocturno.

El festival presentó experiencias de maridaje en las cenas y comidas -las más destacadas fueron las que contaron con los chefs invitados especiales, Massimo Bottura y Enrique Olvera- y catas. Comparado con el evento del año pasado, los vinos mexicanos tuvieron un rol más protagónico. No lo suficiente, sin embargo. Por ejemplo, no hubo mexicanos en la cena dedicada a Massimo Bottura y las razones que obtuve fueron poco verosímiles: para un chef y menú foraneos, se optó por vinos ídem.

Pero -unas de cal y otras de arena- hubo más y mejores catas de mexicanos. Estuvo la de Monte Xanic y Casa Madero, dirigida por Hans Backhoff y Daniel Milmo. De Casa Madero resalto su solidez y consistencia, que mantiene estilo y calidad a lo largo de los años, de manera que su Shiraz ya es un clásico, mientras que su Chardonnay -y ahora el Chenin Blanc- están entre los blancos más notables del país. En Monte Xanic es perceptible un acertado giro en el estilo: sin declinar en concentración, logra una elegancia edificada sobre el terruño bajacaliforniano. Tienen que probar las últimas cosechas del Sauvignon Blanc Viña Kristel, el Cabernet Franc y el Gran Ricardo.

Otra cata reunió vinos de Roganto, Paralelo y Viñas de Garza, dirigida por Hugo d'Acosta y Amado Garza. D'Acosta subrayó que en su opinión hay dos escuelas que se perfilan en el vino mexicano: la que da fuerza al contexto y la que apunta a una calidad homologable a nivel mundial. Si no entendí mal, esto evoca la polémica oposición entre vinos "globales" y de terroir. Como hoy día ningún enólogo aceptaría que sus vinos sean clasificado entre los primeros, el paradigma me parece más que nada sugestivo como para actualizar esa polémica en contexto mexicano.

De Roganto se probó el Gran Reserva Mezcla de Valles 2009: notas florales y de cuero, taninos finos, buena acidez y un final de chocolate; y el Selección Especial Tinta de la Baja San Vicente 2009, aromático, intenso, de cuerpo medio, agradable, con...

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