La violencia que viene...

AutorJésica Zermeño Núñez

"Si ven polvo es porque estamos limpiando la casa". Así defendió el presidente Felipe Calderón su estrategia de combate al crimen organizado el pasado 16 de agosto en un artículo en Le Monde que, días antes, había cuestionado en una editorial la falta de resultados de su lucha anticrimen.

Hace más de dos años, el mandatario utilizó la misma frase para referirse a la escalada de violencia que comenzaba a azotar al país. Frente a un grupo de vecinos de Monterrey, Nuevo León, el 20 de febrero de 2008 dijo: "si hay polvo que se levanta es porque estamos limpiando la casa, y la vamos a dejar muy limpiecita".

Pero al gobierno federal el polvo se le convirtió en tolvanera. Más de 22 mil 500 ejecutados durante el sexenio, según el conteo de Reforma -28 mil homicidios relacionados con el crimen organizado reconocidos de manera oficial hasta el pasado 31 de julio-; la expansión de la violencia a territorios antes pacíficos y el incremento de civiles afectados por el combate son los signos más visibles de una estrategia con fallas estructurales que, si no son corregidas, conducirán al gobierno al fracaso, aseguran especialistas.

La lógica del incremento de la violencia durante el sexenio ha sido clara: rupturas dentro de los cárteles (por peleas o detenciones de los líderes) y lucha por el control de los territorios que, como consecuencia, generan ejecuciones. Todo para mantener el negocio. Y, a pesar de que el presupuesto para Orden, Seguridad y Justicia del Poder Ejecutivo federal se ha incrementado 60.7 por ciento entre 2007 y 2010, al pasar de 34 mil 592 a 55 mil 600 millones de pesos, el Estado no ha podido contener ni castigar la ola de crímenes.

Eduardo Guerrero, consultor en políticas públicas y analista en seguridad, ha medido este fenómeno y lo explica por la impunidad. "Cuando detienes a un capo y generas un ciclo de violencia muy alto ésta no vuelve a caer a su nivel original, llega a otro nivel más violento. Si hay otro detonante y la violencia vuelve a subir, pasa igual, se queda en un nivel tres. ¿Por qué pasa eso? Porque hay un proceso de reclutamiento en los cárteles de gente para luchar contra el enemigo y ese Ejército, más numeroso, sigue activo aun después de la guerra, por la impunidad. Ellos ya fueron violentos y no pasó nada. No hay costos de la violencia para ellos, es gratuita", explica.

El análisis cronológico del aumento de las ejecuciones sustenta esta teoría. La violencia ha aumentado progresivamente y se ha multiplicado por más de tres. De 2 mil 367 ejecutados registrados por Reforma entre diciembre de 2006 y diciembre de 2007, se pasó en 2010 a 8 mil 427 muertos entre el 1o. de enero y el pasado 17 de septiembre, y faltan más de tres meses para que termine el año.

Para Guerrero, este incremento progresivo de las ejecuciones refleja que la estrategia de combate al crimen organizado, basada en la presencia de las fuerzas de seguridad en gran parte del territorio nacional, es ineficaz, y tiene que ser modificada. "La presencia gubernamental no es disuasiva, y la competencia se torna en ver qué grupo es el más violento. Así sólo podemos augurar más violencia", sentencia.

2006-2007: operativos conjuntos

Desde el inicio del sexenio, los mexicanos pudieron conocer la cara más visible de la estrategia de combate a la delincuencia organizada del nuevo gobierno, los operativos conjuntos: envío de fuerzas seguridad civiles y militares a las entidades con problemas de violencia, para establecer patrullajes y puestos de control (retenes) y ubicar, así, células de delincuentes. El primero, el Operativo Conjunto Michoacán, fue puesto en marcha 11 días después de que el presidente Calderón tomara posesión y tenía como objetivo contener la violencia desatada en Michoacán por la pelea entre Los Zetas y una de sus antiguas células, denominada ya La Familia. A este operativo le han seguido una decena más, principalmente en el norte del país. El objetivo, explicaba Calderón el 3 de enero del 2007, en Apatzingán y vestido con chamarra y quepí militares, era recuperar el territorio.

Raúl Benítez Manaut, catedrático de la UNAM y especialista en seguridad, asegura que estos operativos son en realidad la parte reactiva del plan de acción calderonista, pues son implementados tras los brotes de violencia en distintas zonas.

"Son definidos por la ruptura entre los grupos delictivos. El presidente Calderón ha enarbolado un discurso desde inicios de su gobierno de fortalecimiento de la estrategia militar contra el narcotráfico como la prioridad, mediante el despliegue de efectivos. Los operativos se han mantenido como uno de los frentes de la estrategia hasta hoy", señala.

Ese primer año de gobierno, según datos de Reforma, el pico de violencia sucedió en la semana del 2 al 9 de junio, con 93 ejecuciones, registrándose homicidios principalmente en Guerrero, Chihuahua, Durango, Sinaloa, Baja California y Veracruz. Estas entidades contaban ya con presencia de fuerzas federales de seguridad.

"Desde el principio los operativos no tuvieron el efecto esperado", señala...

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